5 diciembre, 2025

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Grandes campeones

EL FARO / FRANCISCO DE ASÍS

Ángel tomo firmemente la pelota, la tenía en la mano derecha escondida tras la espalda, estaba ganando el juego y le faltaba sacar sólo un out, pero ya había lanzado 3 bolas malas y si lanzaba otra, el bateador se iría a la primera base. Los 10 000 aficionados que abarrotaban el estadio apoyaban por completo al equipo rival La Mesa, y hacían todo lo posible para desconcentrar a Ángel.
Asintió con la cabeza a lo que Norberto, su cátcher le pedía y la lanzó con fuerza ¡strike! dijo el ampáyer, Respiro aliviado, tomo la pelota que le regreso el cátcher, nuevamente se puso de acuerdo con él y volvió a lanzar con fuerza ¡strike!, volvió a decir el ampáyer. Ángel sonrió, se sintió seguro, tomo nuevamente la pelota y lanzó una impresionante recta que el muchacho americano abanicó ¡strike!, ¡había ponchado al bateador y habían ganado el juego! El equipo compuesto por 13 chiquillos de 12 años y uno de 11, y 3 adultos, el coach y dos asistentes, estallaron de alegría.
No era para menos, no era cualquier juego, era la final del campeonato mundial de ligas pequeñas que se celebra cada año en Williamsport Pensilvania, le habían ganado al equipo de La Mesa CA, cuyos jugadores aventajaban a los peloteros mexicanos tanto en tamaño 1.50 vs 1.60 m como en peso, 42 vs 58 kg.
En México se celebraba el triunfo de los chicos ruidosamente, la gente lo había seguido por la radio, y en Monterrey se había declarado día de asueto y habían instalado bocinas en lugares estratégicos para que la gente pudiera oírlo, hasta la quinta entrada todo mundo estuvo atento y en silencio para poder escuchar una transmisión interrumpida a veces por la estática.
Al finalizar el juego, no había estática que pudiera acallar al cronista gritando ¡Ganamos!, ¡Somos Campeones! Y ciertamente, habían ganado, eran campeones, y no solo eso, Ángel Macías Barba había picheado un juego perfecto, sin carreras, ni hits, ni bases por bolas, el único en la historia de la serie mundial de las ligas pequeñas a la fecha. Aunque ni Ángel, ni los demás chicos se habían percatado de ello, simplemente no sabían que era un juego perfecto.
Pero el camino no había sido fácil, los muchachos de origen humilde habían sido seleccionados en la liga Industrial de Monterrey por César L. Faz, el coach, quien había logrado que los admitieran en la eliminatoria que se llevaría a cabo en Mc Allen Tx, Se fueron en un camión destartalado hasta Hidalgo Tx y luego caminando y de aventón llegaron a su destino.
Ahí ganan sus 5 juegos, para poder ayudarse en el costo de la estancia, pasaban la gorra entre los aficionados quienes en general los apoyaron, Aquí hubo otro problema, se les venció la visa, ya que la que les habían otorgado era solo por 3 días. César L. Faz lo gestionó con el cónsul quien les dio una extensión por el tiempo que se mantuvieran clasificados.
De ahí se fueron a Corpus Christi, Forth Worth donde ganaron sus juegos y de ahí a Louisville Ky, “Nos enviaron por primera vez en avión. Jamás habíamos viajado antes en avión”, describía José Maiz”, quién actualmente es el dueño de los Sultanes de Monterrey. Entonces sus triunfos ya les habían permitido tener apoyos económicos.
También allí ganaron sus dos juegos y lo que seguía era Williamsport, ganándole al equipo de Bridgeport (Connecticut), y a jugar la final contra La Mesa ganando los «pequeños gigantes» regiomontanos el título mundial de beisbol infantil. El país entero estalló en júbilo.
De regreso a casa, los invitaron a la Casa Blanca donde el presidente Dwight D. Eisenhower les ofreció un desayuno acompañado por Richard Nixon y Lyndon B. Johnson y en la Ciudad de México por el presidente Adolfo Ruiz Cortines. Sin embargo para el grupo de muchachos lo más impresionante fue al llegar a Monterrey, el piloto del avión en que viajaban les pidió asomarse por las ventanillas, una enorme fila de gente (calculada entonces en 300 000 personas), los esperaba desde el aeropuerto del Norte hasta el palacio de gobierno.
Una hazaña que nadie ha podido igualar, hizo que las personas se sintieran orgullosas de ser mexicanas, sin importar si eras del norte o del sur, o tu clase socio económica. Los muchachos habían demostrado la grandeza de los mexicanos.
Al año siguiente, volvió a ir el equipo de Monterrey, aunque solo un jugadorcito volvió a ir, y volvieron a ganar.
En un México donde estamos divididos necesitamos acordarnos de estas historias de éxito, que indudablemente nos hermanan y nos hacen sentir orgullo por lo que somos: ¡Mexicanos!.

POR FRANCISCO DE ASÍS

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