La muerte de migrantes en ciudad Juárez es una desgracia que muestra alto grado de deshumanización. Los culpables son diversos, incluido personal del gobierno federal, pero también del estatal, municipal, de una empresa privada y hasta de autoridades gringas por el maltrato y discriminación de que son objeto quienes huyen de su país, por hambre, persecución o represión de cualquier índole.
Por supuesto que la derecha utiliza la tragedia para atacar a la 4T, es decir, a AMLO. En este sentido en medios de comunicación afines al neoliberalismo saqueador les falta espacio para calificarla como “crimen de estado”. Es claro que ningún argumento alcanza para justificar el hecho, sin embargo, hay que considerar los factores que lo provocaron. Desde la estupidez del que incendió el primer colchón hasta la inconciencia de los que por no abrir las puertas causaron el fallecimiento de cuando menos 39 personas y decenas de heridos, algunos en extrema gravedad.
Hay muchas preguntas cuyas respuestas son confusas por parte de los secretarios de Gobernación, Relaciones Exteriores y la titular de seguridad ciudadana. Por salvar su presente y futuro político, Adán Augusto López, Marcelo Ebrard y Rosa Icela Rodríguez hacen malabares con el lenguaje procurando evadir responsabilidad. Frente a tales titubeos está la orden de López Obrador en cuanto a que la investigación no oculte la verdad exigida por la sociedad.
Está de por medio el prestigio de la 4T. No extrañemos entonces si en el transcurso de las
indagatorias algunos funcionarios resulten “manchados” y por lo mismo sujetos a proceso sean de cualquier nivel. Dicese que algo tuvieron que ver la gobernadora Maru Campos y el alcalde Cruz Pérez Cuéllar, ahora militante de Morena pero que antes perteneció al PAN (del que en dos ocasiones fue dirigente estatal) y Movimiento Ciudadano, y muy ligado a César Duarte quien está tras las rejas. Dicho edil es quien ordenaba las redadas de migrantes que mandaba encerrar en el local de la tragedia. Es razón de que permanecieran bajo candado sin mayor delito que deambular por el centro citadino y solicitar ayuda. Eso no gustaba a Pérez Cuéllar.
El asunto es que México ocupa la atención mundial con la misma indignación causada por el incendio de la guardería de Hermosillo en los tiempos de Felipe Calderón Hinojosa donde murieran decenas de pequeños, solo que entonces los medios de comunicación y “anolistos” cómplices del poder, absolvieron al gobierno de cualquier responsabilidad, a pesar de que la concesión fue otorgada a una prima de Margarita Zavala. En este caso la impunidad ha trascendido los sexenios.
Lo sucedido en ciudad Juárez es motivo de linchamiento para la 4T, como si el supremo gobierno hubiera deseado la muerte de hermanos latinoamericanos cuando la verdadera intención es ayudar a lograr mejores condiciones de vida. Y ni modo que sea invento porque por ello hablan los programas humanitarios trasladados a diversos países. Sea como fuere, la tragedia pega directamente a dos aspirantes presidenciales que no pueden lavarse las manos ni esconder el rostro.
OFICIO FRATERNO
Un destacado grupo de periodistas recién inició lo que podemos llamar rescate de la dignidad del oficio pisoteado por los anteriores dos gobiernos. Fue a convocatoria del coordinador estatal de comunicación Francisco Cuéllar que se realizó tal evento. Ahí se pudo comprobar que la fraternidad se impone a cualquier circunstancia. Y es que podemos tener diferencias en cuanto a interpretar y transmitir el fenómeno social, pero de ninguna manera convertirlas en asunto personal.
Hubieron de transcurrir varios años para lograr el reencuentro de profesionales que han hecho de su tarea un apostolado. Aclaremos que los sometidos y cómplices del pasado no caben en esta definición. Se trata de valorar a quienes resistieron la soberbia de ex funcionarios que aplicaron la barbarie contra auténticos comunicadores.
Dicha reunión fue principio de algo importante, tanto que toca la nostalgia de la vieja hermandad cuya unidad era indestructible cuando había que defender a algún compañero del abuso oficial. Importaba entonces el gremio al que por lo general se unían los propietarios de los medios por más intereses empresariales que existieran.
Por otra parte, este columnista intuye que la intención también es recrear el escenario en el cual los periodistas compartan el compromiso de servir a la comunidad aportando crítica seria sin que los gobernantes se consideren ofendidos o atacados utilizando esto como pretexto para reprimir, intimidar o perseguir.
En síntesis, es la nueva relación entre poder y periodismo que pretende olvidar la maligna y amarga experiencia del pasado inmediato. Así sea. Y bien por Paco Cuéllar que no es político y sigue siendo periodista.
SUCEDE QUE
¿Renacen las broncas entre SET y SNTE?…los rumores crecen.
Y hasta la próxima.
POR MAX ÁVILA