19 abril, 2025

19 abril, 2025

José Zorrilla, por el ojo de una aguja

Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un pintor… parafraseo a Mateo. La pintura es un arte digital, se toca como si se tentara el sueño, se mira como se mira el universo de las cosas. El pintor es una tentación de lo sublime que mira como el cíclope, la luz

El arte nos lleva a todos los caminos de la abundancia; la decadencia no existe, es que el arte es así en la motorización de sus contenidos, decía el Libro Rojo de Mao Tse Tung, “que se abran mil flores…”

El arte es una apertura al universo de los universos. La obra de José Zorrilla es un trabajo no de la búsqueda, sino del encuentro con el papel acuarela donde circula sus objetos que pesca de sus sueños urbanos. Quiero decir las cosas que lo rodean e invaden su tierra y sus cielos.

Le conocí armando aviones de combate, trenes flamígeros, soldados de plomo, en una alegoría de lo casual en los que combinaba el juego con el fuego a la manera de Julio Cortázar en el cual los objetos no solo son la cosas sino la cosa en sí mismo.

Filosofo visual de un mundo circundante, la obra de este artista nuestro nos invade de tentaciones y recurrencias que nos compromete a observar.

Es trabajo de las cosas, la poesía de lo cotidiano y aparentemente sin contenido emocional. Creo que en esto hay un deseo del Arte Pop, en cuanto que son cosas que nos observan.

El trabajo de Zorrilla es mágico, exuberante, llena de artificios táctiles y de asombrosa vida a pesar de la no policromía de su pincel que resbala en la lluvia del papel.

Correspondiente con un mundo atrapado en el ojo de una aguja donde es más fácil que entren sus dibujos, que el pincel de un rico pintor de tonalidades. Juego con la alusión Bíblica de Mateo.

Casi toda su obra, y digo casi porque es un joven artista que le falta mucho campo por recorrer son expresiones en pequeños formatos. Realmente miniaturas para un mundo de artistas grandilocuentes.

Un trabajo rítmico, de un agudo observador de las cosas que pasan por su ventana, ese universo creador de los poetas y de los músicos que dejan que el viento se lleve sus páginas para recobrarlas en la memoria. Pequeños formatos, miniaturas que se atan en los muros, que son como aretes en la pulsación de nuestros ojos.

Calmado, entretenido, sus dibujos y acuarelas tienen la pauta de los cautivos por las cosas. Un mundo en miniatura en un universo de lo extraordinario cotidiano. Hace unos buen tiempo, ya llovió, paso por mi taller con otros dos valiosos jóvenes, Othon Castañeda y Engracia Martínez Canseco “La Yoya”.

Artistas que de una y otra forma articularon los primeros días de mi taller, Unicornio que era un espacio de filosofía del arte y poesía. Pues bien, José Zorrilla, abogado, dedicado a sus negocios de familia, fue tentado a temprana edad por las cosas de un mundo que pequeño lo volvía grande al roce de sus dedos, de sus manos que acaparan el vacío de los cuerpo donde que no se aleja de la seducción amorosa.

Creo que hay un cierto hedonismo del artista en la fusión del objeto, las cosas con el amor. Que simboliza su dualidad, y el eterno conflicto de la soledad que busca, esto es paradoja imposible del ideal.

No lo he perdido de vista, y en cierta manera he disfrutado de su trabajo en formato pequeño donde el pincel hace el papel del camello en el embrujo de la aguja que es cono el reto a la imaginación y al destino. Si al destino contra quien luchan todos los artistas.

El Destino que alardean los dioses en su poder para erigir castigos a los mortales. El artista, el creador de lo posible e imposible lucha contra el Destino de los Dioses que desean doblegar a los pobres mortales a partir de su inmortalidad. La obra de José Zorrilla es la continuidad de lo conocido.

No hay sorpresas, existe una persecución de las cosas, de los seres que deambulan como autos, aviones, soldados, trenes, en las calles del aire… Y es que el aire tiene calles y avenidas, donde no se detiene el tiempo, se atrapa, que es distinto. Un dibujo meticuloso, vivo, cuidadoso y sensual, realismo encantador del Pop que circula en sus ojos. No creo en la decadencia del arte, mas bien creo en el encuentro de los encuentros del arte en su histeria.

Las escuelas de arte, los ismos, no mueren, se revitalizan a la medida que el tiempo los tiñe y calibra. Si hay algo nuevo bajo el sol sino el mundo no se mueve., cada día nace una flor nueva, cada día la flor gira en todas las direcciones, en esas mil flores que se abre en una abanico y en una constelación de ideas.

El artista es la terquedad de la memoria por la luz de su mente. Lo breve es lo grande, Si observamos a Diego de Velázquez en las Meninas, o al Matrimonio Arnolfine de Jan van Eyck, y sobre todo a los Flamencos, contemplamos como en el mundo del Bosco, hay una intensidad de vida las grandes cuadros que aglutinan miniaturas en su individualidad filosófica.

Una respuesta a lo íntimo, a lo pequeño en una estética del contenido espacial. Solución social de nuestros ojos aventurarnos sin formación académica al arre. No son los Naives, son los aventureros los gozadores de las coimas del universo cotidiano, su música untada a laos sentidos y el placer de mar al mundo por el ojo oval de una aguja.

Aquí una muestra del trabajo de este magnífico artista de raíces tamaulipecas….

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