Tenía unos 8 años cuando agobiado por caries que padecía, mi madre me llevo al dentista, teníamos servicio médico gracias a los Ferrocarriles Nacionales de México (Ferronales), donde trabajaba mi padre. Llegamos al hospital, un hospital grande, limpio, ordenado. Me atendió el doctor Salvador Martinez, dentista muy competente quien me hizo las curaciones necesarias y me recetó las medicinas adecuadas para erradicar tan dolorosas afecciones, “Lávate bien los dientes, no comas muchos dulces y si lo haces, lávate los dientes”, me dijo al terminar la consulta. Ese era el tipo de servicio médico del que gozábamos. Este lo estuvo proporcionando Ferronales hasta 1981 en que firmaron un convenio donde se incorporaron todos los trabajadores al IMSS.
La desaparición del INSABI me trajo a la memoria el servicio médico de primer mundo que ofrecía el hospital del ferrocarril (así lo conocíamos) y que gozamos en aquellos años. Entonces el sistema nacional de salud estaba compuesto por el IMSS, ISSSTE, los hospitales que atendían a las fuerzas armadas, los servicios de salud de Petróleos Mexicanos y el sistema médico de los Ferronales. A partir de 1979 se creó un esquema para otorgar servicios primer y segundo nivel de atención en zonas rurales y semiurbanas, con una red médica asistencial y preventiva, acciones de promoción y educación para la salud a través de la institución IMSS- Coplamar mediante un convenio entre el IMSS y la Coordinación General del Plan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos Marginados de
la Presidencia de la República (Coplamar), aunque ha operado con varios nombres, Progresa, Oportunidades, Prospera y ahora IMSS Bienestar.
Un diagnóstico realizado por el Programa Nacional de Salud [Pronasa] 2000-2006 identificó los siguientes retos: equidad para abatir los rezagos y desigualdades, calidad para solucionar la heterogeneidad en los servicios y protección financiera para más de 50 millones de mexicanos que no contaban con seguridad social. Es decir, garantizar el acceso integral a los servicios públicos de salud a todos los mexicanos creándose en 2003 lo que conocimos como Seguro Popular, llegando a tener 58 millones de afiliados en noviembre de 2018.
El 3 de julio de 2019, el diputado morenista Mario Delgado presentó una iniciativa para desaparecer el Seguro Popular y en su lugar, crear el Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI). Esto debido a que, “no garanniza el acceso universal y oportuno a los servicios de salud requeridos por la población que carece de seguridad social”. La iniciativa es aprobada y se crea la institución, sin embargo, el INSABI tuvo muchos problemas en su operación y resultados. A pesar de que el 16 de noviembre del 2020 dijo el presidente López Obrador
“El 1 de diciembre de este año va a estar funcionando el sistema de salud pública con normalidad”, refiriéndose al INSABI.
Pero el CONEVAL, en su evaluación del año pasado indicó que el instrumento que suplió al Seguro Popular, tampoco
“dio las garantías de atención con calidad homologada a las entidades adheridas”, resaltó que con la eliminación del Seguro Popular, también se eliminó el Catálogo Universal de Servicios de Salud que incluía cuales eran las intervenciones médicas y medicamentos a las que tenían derecho los afiliados.
De acuerdo con Salvador Chertorivski, diputado por Movimiento Ciudadano quien fue secretario de salud “se dejaron de realizar más de 40 millones de consultas externas, más de 7.5 millones de consultas de alta especialidad, 1.3 millones de mastografías,
1.6 millones de papanicolaous, 15 millones de mexicanos declararon dejar de tener un sistema de salud, el gasto de bolsillo incrementó 40 por ciento”. Otro dato importante es que mientras para el INSABI se asignaron $2,911 pesos en 2021 por persona en PEMEX en 2020 se tuvo un gasto de $ 11,000 pesos por persona, aunque se bajo de los $ 25,000 que tenía en 2012.
Finalmente, el pasado martes 25 de abril se presentó la reforma a la Ley General de Salud promovida por Morena, donde se termina con el INSABI. El coordinador de los diputados de Morena Ignacio Mier admitió “Siempre es bueno rectificar, nunca es tarde”.
Definitivamente cualquier sistema es perfectible, especialmente en nuestro sistema político donde parece que todo se diseña para caer en las garras de la corrupción, sin embargo, la solución no está en quitar a las instituciones o cambiarlas por nuevas, está en atacar la raíz de la corrupción y mejorarlas.
La reforma incluye que las obligaciones, compromisos y recursos del INSABI pasarán al IMSS Bienestar. Veremos qué pasa con IMSS Bienestar que enfrentara el enorme reto de atender a los 66.4 millones de pacientes que carecen de servicio médico sin tener
la infraestructura para hacerlo y con un presupuesto en 2023 del 2.8% del PIB para todo el sector salud.
POR FRANCISCO DE ASÍS