Muchos crecimos con maestros y maestras que recurrían a la infalible técnica del “borradorazo” o del “reglazo” como método de disciplina y aprendizaje. Figuras de autoridad indiscutible —temidos muchos— intentaban de buen corazón que nos entraran las letras y los números en nuestras cabezas.
Ellos y ellas han jugado un papel tan determinante en nuestras vidas que hasta el calendario les tiene reservado un día en mayo para festejarlos: el 15, pegado casi al Día de las Madres.
La educación ha cambiado notablemente en las últimas décadas. Quizá sea uno de los entornos que ha sido más sacudido con nuevos modelos de aprendizaje y con la adopción de la tecnología como medio conductor de los cambios.
El papel del maestro ha sido siempre fundamental. Su labor elemental consiste en facilitar el aprendizaje de los estudiantes a través de la transmisión de conocimientos y ser “el guía” en el proceso de aprendizaje.
Sin embargo, con el avance de la tecnología y la popularidad del auto-aprendizaje —el llamado “self learning”— surge la pregunta sobre el futuro del maestro y su relevancia en el proceso educativo. Por ejemplo, la tecnología ha revolucionado la forma en que aprendemos. Cada vez más las personas recurren a recursos en línea para certificarse.
Hay que ser más realistas: El auto-aprendizaje no debe ser visto como una amenaza para el papel que juega el maestro, sino como una oportunidad para que asuma un rol más activo y enriquecedor en el proceso.
En lugar de simplemente transmitir conocimientos, el profesor debe ahora convertirse en un facilitador, guiando a los estudiantes en su ruta de descubrimiento y ofreciendo una perspectiva que complemente los recursos en línea y fomente el pensamiento crítico.
También puede proporcionar una interacción social valiosa que muchas veces hace falta en el auto-aprendizaje, motivando a los estudiantes a interactuar con otros para compartir ideas y perspectivas. Los entornos colaborativos en educación serán cada vez más indispensables.
Hoy los maestros comienzan ya a tener un papel crucial en la formación de habilidades sociales y emocionales, que son esenciales para el éxito en la vida y el trabajo. Cada vez serán más “fortificadores” de empatía y resiliencia, elementos que resultan valiosos en un mundo más egoísta y polarizado.
A través de la colaboración y el trabajo en equipo, el profesor ayudará a a desarrollar habilidades de comunicación y de liderazgo, ambas competencias difíciles de alcanzar a través del auto-aprendizaje.
Los maestros tienen una larga vida por delante. Sin embargo, ya no serán autoritarios ni recurrirán al pitcheo del borrador de pizarrón para llamar la atención. El maestro y la maestra del futuro entenderán mejor su rol clave en la educación, un papel enfocado más a generar y facilitar un entorno colaborativo de auto-aprendizaje.
POR HOMERO HINOJOSA