CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- La pandemia fue la última estocada para cientos de circos que existían en el país, luego de prohibirles shows con animales, por lo que cerraron para nunca regresar.
Afortunadamente existen otros que se han convertido en espectáculos de magia, acrobacias y muchos colores que captan de nuevo la atención de las familias.
Eduardo Campos representante de Fantastic Soley Circus, dijo que para sobrevivir tuvieron que rediseñar al cien por ciento su espectáculo luego que sus funciones se basaban en presentación de animales con los cuales habían trabajado por varias generaciones.
“Al cambiarlo fue muy fuerte para nosotros pero nos hemos ido adaptándo a presentar otro tipo de espectáculos sin animales.
Lamentablemente existe mucha gente que no puede viajar a otros lugares y conocer esos tipos de animales que los circos podrían traer. Actualmente hay niños que no conocen una cebra, una jirafa, no saben lo que es un tigre o un león”.
En cuanto al circo Soley dijo que cada cierta temporada cambian de espectáculo, actualmente representan un viaje a través del espacio con una narrativa tipo cuento con magia aventura, sorpresa y actos espectaculares entre los cuales incluye una nave espacial.
“Cuando cerramos como la mayoría nos dedicamos a otras cosas; muchos artistas se fueron a semáforos, a las esquinas donde hacían parte de sus shows, otros vendieron productos u otro tipo de oficios”.
Ante esto tienen más de dos semanas de haber llegado a Victoria donde las familias han respondido favorablemente, afirma el representante al llenar funciones por completo, sobre todo los fines de semana.
En cuanto a la operación diaria de un circo dijo que todo varía dependiendo del espectáculo; pero la mayor parte del recurso se va en la nómina del personal y los artistas, así como; gasolina y diesel para las plantas de luz.
“El 30 por ciento de los circos cerraron a nivel nacional, muchos tuvieron que emigrar al país vecino del norte o del sur, después de prohibir los shows con animales y tras el cierre de la pandemia”.
Por Raúl López García
EXPRESO-LA RAZON