En la actualidad nos encontramos inmersos en lo que podríamos denominar Economía de la Atención. Todos compiten por atrapar nuestra mirada y conquistar el oído.
Los dispositivos móviles han transformado la forma en que consumimos información y entretenimiento. Los smartphones y tablets se han convertido en compañeros constantes, brindando una amplia variedad de aplicaciones y servicios.
Sin embargo, estos dispositivos también compiten por nuestra atención con notificaciones, alertas y la posibilidad de acceder a una variedad infinita de contenido. La economía de la atención se hace evidente en la forma en que estos artefactos y su software están diseñados para mantenernos enganchados, lo que a menudo conduce a una disminución de nuestra productividad y un aumento en la fragmentación de nuestro enfoque.
En una era digital donde la información fluye constantemente tener el dominio de la atención se ha convertido en un recurso valioso. Este fenómeno o modelo surge como resultado de la competencia por captar y mantener nuestra mente en un mundo repleto de distracciones.
En el ámbito político, la economía de la atención desempeña un papel crucial. Los políticos y los partidos en nuestros países compiten por ella para obtener simpatía y eventualmente nuestro voto. Para ello utilizan estrategias diseñadas con el fin de captarla en un entorno saturado de información y desinformación.
Las campañas se basan cada vez más en técnicas de marketing y comunicación para llamar la atención del electorado. Los políticos utilizan las redes sociales, plataformas de transmisión en vivo y otros medios digitales para llegar a un público más amplio y transmitir su mensaje.
Los estrategas se esfuerzan por generar contenido viral y atractivo que se difunda rápidamente y genere un impacto en la opinión pública. Por ejemplo, lo que se produce en el estudio cotidiano de Palacio Nacional de lunes a viernes —en “La Mañanera”— es parte de este esfuerzo.
Además, la polarización política y la creciente fragmentación de los medios de comunicación han contribuido a intensificar la competencia por la atención en este entorno. Los políticos a menudo recurren a tácticas de provocación, discursos controvertidos o tácticas sensacionalistas para atrapar a los ciudadanos —votantes en potencia— y a los medios de comunicación.
Estos enfoques pueden generar polémica y debates acalorados, lo que a su vez aumenta la visibilidad y el interés en determinadas figuras políticas o temas específicos.
Aún estamos a meses de que oficialmente inicien las campañas electorales para los comicios federales de 2024. Sin embargo, debemos prepararnos para encarar una serie de estímulos mediáticos que tratarán no solo de captar nuestra atención, sino también de distraernos de los temas fundamentales que nos deben preocupar, como el exponencial crecimiento de índices de violencia urbana y rural en nuestro país.
Más que nunca debemos estar alertas y no caer en las redes de este juego mediático. Así que… ¡Atención Mexicanos!
POR HOMERO HINOJOSA