Parece muy pronto, pero no: Las encuestas que aplicará Morena en Tamaulipas para definir a sus candidatos a las senadurías, diputaciones federales, locales y las Presidencias Municipales están muy cerca.
La realidad es que no están alejados los tiempos que el partido gobernante ha definido para comenzar a aplicar los sondeos para conocer los nombres de quienes irán a la contienda electoral de 2024, considerada vital para la continuidad del proyecto emprendido por Andrés Manuel.
Y así, en Tamaulipas están desbocados los ánimos y las grillas entre quienes se consideran con la capacidad suficiente para abanderar a Morena y quienes quieren obtener las nominaciones, independientemente de si tienen o no los méritos para ello.
Por eso es que la guerra por las candidaturas ya tiene tiempo, no es nueva y en estos meses lo que estamos viendo es solamente una etapa más reciente de la pugna.
Los interesados tienen la mira puesta en 2024 y en 2028, cuando en Tamaulipas se renueve el poder sí, ya sé que parece lejana esa fecha, pero en los hechos la carrera ya empezó y de aquí a entonces veremos cambios. Pero tener un lugar privilegiado ahora va a ayudar.
Esto explica que aparentemente no haya una guerra tan solo porque públicamente no se ven abiertamente los golpes bajos entre unos y otros, aunque en los hechos ya han una sorda pugna, dependiendo de quién aparezca abajo en la preferencias, en las primeras mediciones que se han hecho.
Un ejemplo es la lista por las senadurías en donde aparecen en los primeros sitios Maki Ortiz, José Ramón “Jota Erre” Gómez Leal, Carlos Canturosas Villarreal y después, Olga Sosa, Guadalupe Covarrubias, de entre quienes seguramente saldrán los nominados.
Claro, la lista va a engrosar conforme se registren todos los que se consideren con capacidad para contender.
Las demás posiciones se van a ir definiendo también poco a poco, de acuerdo a las circunstancias de cada aspirante, como decía líneas arriba.
¿Qué va a suceder? ¿Quiénes van a ser el candidato o candidata a esa posición? Más allá de lo políticamente correcto, lo que es incuestionable es que las opciones femenina son algo limitadas en cantidad. Lo de la capacidad es otra cosa.
Inevitablemente, todos los y las aspirantes a las candidaturas de Morena la Senado están esperando las primeras encuestas que se harán en Tamaulipas, lo cual sucederá en unos meses más, una vez que se haga primero con los interesados en la candidatura presidencial, o como lo diría en el lenguaje coloquial que tanto gusta a Andrés Manuel: Sus “corcholatas”.
Después de eso, veremos lo que pasa en Tamaulipas.
PEOR QUE PEÑA NIETO
El sexenio de Andrés Manuel ya es peor que el de Peña Nieto. No hablo de la escandalosa corrupción, que andan casi igual, sino del saldo sangriento del tema de seguridad pública, que es igual de preocupante.
De acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), en los 4 años y 5 meses que lleva el gobierno de la Cuatroté, la cifra de homicidios dolosos es mayor que los reportados oficialmente en los seis años de Peña Nieto.
Las cifras del propio gobierno de López Obrador establece que son más de 156 mil personas asesinadas en lo que va de esta administración que ha privilegiado el reparto de abrazos a la aplicación de la ley, enunciando así a su obligación constitucional de cumplirla y hacerla cumplir.
Traicionando a quienes confiaron en que el gobierno de la Cuatroté sería diferente y sí combatiría con determinación al crimen organizado y a todo tipo de actividades ilegales, el gobierno de Andrés Manuel tiene la nada honrosa distinción de ser la más sangrienta que todas las anteriores, desde que comenzó el registro de los homicidios dolosos en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, hace más de 30 años.
¿Es responsabilidad de Andrés Manuel y de su gobierno el escandaloso aumento en el número de homicidios dolosos? Por supuesto. ¿Se puede atribuir a la indolencia de la Cuatroté al no querer aplicar la ley, al no perseguir con toda la fuerza del Estado a los criminales? Indudablemente.
Los números no mienten, por el contrario, dan sustento a la observación, a la crítica, a la molestia y a indignación. En este caso no pueden ser cuestionados, porque provienen del conteo que el mismo gobierno realiza cotidianamente. Con eso, ¿cómo argumentar en contra del discurso de la oposición partidista y social? No hay manera de hacerlo sin caer en el cinismo.
POR TOMÁS BRIONES
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