No hay de otra. La oposición mexicana (incluido el MC) necesita refundarse. Algo así como reinstalar su sistema operativo, resetear su disco duro, plantarse ante la necesidad inaplazable de una metamorfosis profunda, de raíz.
Morir para renacer, dirían en lenguaje piadoso. En términos seculares asoma la figura del Ave Fénix que arde hasta consumirse para resurgir de sus cenizas.
Aunque para ello necesitan asumir responsabilidades ante la experiencia-límite que hoy están viviendo. Si no se hacen cargo de esto, el que se los va a cargar es el payaso.
Salvo el caso excepcional de Coahuila, el resto de la geografía nacional presenta un panorama fúnebre para todos los partidos contrarios al obradorismo.
El PRI con solo Coahuila y Durango (dos de 32 entidades federativas), el PAN con cinco (Chihuahua, Aguascalientes, Guanajuato, Querétaro y Yucatán), Movimiento Ciudadano dos (Jalisco y Nuevo León), el PVEM y el PES uno cada uno (San Luis Potosí, Morelos) y el PRD ninguno.
Reparo ahora en los tres más sonados, los aliancistas PRI, PAN y PRD, cuyos líderes nacionales parecen haber alcanzado un grado insólito de inutilidad, cinismo, alejamiento de las bases.
Y esto aplica tanto en los comités nacionales (ALITO MORENO, MARKO CORTÉS, CHUCHO ZAMBRANO) como en sus equivalentes tamaulipecos (MAYRA OJEDA, LUIS CANTÚ y DAVID VALENZUELA).
En ambos niveles, los líderes partidistas optan por administrar la derrota y prefieren seguir flotando en la nata de su pequeñez que intentar un reencuentro con sus bases.
Sin duda porque esto último los desplazaría, los dejaría sin empleo y sin las prebendas que derivan de su negociación permanente con el poder.
Dos gestos pintan de cuerpo entero a la trinca nacional, los compadres (ALITO, MARKO, CHUCHO) en estos días: (1) que la noche de la derrota se hayan olvidado de su candidata mexiquense ALEJANDRA DEL MORAL para volar a Saltillo y celebrar con MANOLO JIMÉNEZ y (2) que en su primer recuento de los daños culpen de la derrota al gobernador saliente ALFREDO DEL MAZO.
Y la inquina contra DEL MAZO se ha extendido de tal manera en redes que ya lo ubican como embajador, algunos piensan que en Bélgica, a dónde marchó su señor padre tras el destape de CARLOS SALINAS en 1987.
Aun así, centralizar la responsabilidad en el mandatario saliente parece una coartada tramposa que permite a los tres compinches lavarse las manos. Sin autocrítica no hay diagnóstico ni remedio posible, mal antecedente para el 2024.
ALERGIA AL CAMBIO
Son días difíciles para las oposiciones. En particular porque los intereses personales de sus dirigentes, sus negocitos y cobranzas, privilegios y parcelas de poder (“ranchitos”, les llaman) tienen prioridad sobre el interés superior de los partidos.
Podrían convocar, si quisieran, al reclutamiento masivo de jóvenes militantes, la incorporación de cuadros propositivos que revitalizaran la lucha en cada una de las trincheras. Sin embargo, para su óptica netamente individualista (y de claque cerrada) ello sería un pésimo negocio.
A esta suerte de vividores la democracia interna los desplazaría de inmediato y la voluntad de las bases representaría su debacle. En todo caso prefieren hundir el partido que soltar el timón.
La mejor prueba es que, de acuerdo a las votaciones del pasado domingo, el PRD perdería su registro en Coahuila y el Estado de México.
En similar tesitura, el retiro del registro por hambruna de votos, quedó el Sol Azteca en 2021, tras los respectivos procesos en Baja California, Campeche, Chihuahua, Coahuila, Colima, Durango, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí, Sinaloa y Tamaulipas.
Y la terca historia se repetiría al año siguiente, en 2022, en Hidalgo, Durango, Quintana Roo y (de nueva cuenta) Tamaulipas. Él doloroso adiós a las prerrogativas, vocablo técnico que más comúnmente se emplea para referirse al financiamiento público. Dinero del erario, de los impuestos, pues.
Más que dirigentes, hablaríamos ahora de gerentes de marca, franquiciarios, regenteadores de membretes en gradual proceso de liquidación. Agonías que se alargan para alargar el peculio de sus manejadores.
Van en picada, por supuesto, pero traen buenos paracaídas y saben también manejar las corrientes de aire para recuperar el vuelo y seguir flotando, entre virajes pragmáticos y piruetas ideológicas. Por eso tardan tanto en estrellarse contra el suelo.
Pero es, precisamente, esta política ficción, esta simulación, lo que tiene a la vida pública mexicana postrada en la mediocridad, el importamadrismo, la incompetencia. No contienden, hacen como que compiten.
Piensan con el bolsillo. Van siempre por el dinero de las campañas y el mejor ejemplo son los dos hermanos más chiquitos, el Partido del Trabajo (PT) y el Verde Ecologista (PVEM).
Se retiraron de Coahuila hasta que dispusieron a sus anchas de las prerrogativas asignadas por ley a los participantes de dicho cotejo. Primero llenaron la barriga, el eructo vino después.
Acaso necesitan que MORENA los acabe de barrer, devastar, humillar, para que en 2025 y años posteriores reconozcan la necesidad de meter a fondo el trascabo entre sus ruinas y reconstruir entonces desde los cimientos.
POR CARLOS LÓPEZ ARRIAGA
BUZÓN: lopezarriagamx@gmail.com
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