Los dirigentes de la alianza maldita reparten culpas después de su fracaso en el estado de México. Para empezar, señalan al gobernador Alfredo del Mazo como “el que entregó la plaza” bajo la promesa de impunidad o una embajada. Pero también involucran a la ciudadanía de la que dicen no salió a votar como era su obligación, aquí caben especialmente panistas y priistas. Son pretextos que intentan cubrir la realidad, es decir, el rechazo mayoritario a la derecha rapaz y vende-patria.
Morena arrebató la joya de la corona al neoliberalismo y aunque los medios de comunicación y sus “anolistos” suponen que la diferencia de diez puntos entre la maestra Delfina Gómez y Alejandra del Moral es reducida, la verdad es que el partido de AMLO se enfrentó a una poderosa maquinaria que lo apostó todo en el afán de revivir el pasado y presumir fuerza para contender en la elección presidencial del próximo año.
Alejandro Moreno Cárdenas (PRI), Marko Cortés (PAN) y Jesús Zambrano (PRD) no entienden que la descomposición de los partidos que representan está en marcha tras el juicio popular que los responsabiliza del saqueo y traición de que fue víctima la república durante 36 años. (Más bien le hacen al tío Lolo suponiendo que lo sucedido en Edomex fue “un golpe de suerte” de la 4T y no la conquista del territorio controlado por la misma oligarquía durante casi un siglo).
Los tales “líderes” no aceptan que el rechazo va en serio. El PRD después de los resultados del domingo anterior está a punto de perder su registro y, por tanto, el gran negocio de “los chuchos” Zambrano y Ortega y del ex gobernador michoacano Silvano Aureoles quien es investigado por mal manejo de los dineros públicos. (¡Puro animal de uña!) En el caso del PRI baste la siguiente comparación: en 1997 gobernaba 28 estados y ahora solo dos y hacia el interior de la cúpula el pleito es como entre perros y gatos, dicho sea, sin ganas de ofender a estos nobles amiguitos del hombre. En cuanto al PAN no es ocioso recordar que algunos de sus destacados militantes prefieren permanecer fuera del país que arriesgar su libertad por presuntos delitos cometidos en el ejercicio del poder. Y si de corrupción se trata, no hay ejemplo más claro que la complicidad entre Felipe Calderón Hinojosa y Genaro García Luna.
De alguna manera la mayoría ciudadana dio oportunidad histórica al PRI y al PAN que, confrontados al principio, terminaron siendo aliados en la deshonrosa tarea de destruir al país. ¿Cómo pretenden recobrar la confianza cuando integrados en la mafia del poder los gobernantes emanados de sus filas se convirtieron en los principales enemigos del pueblo? Y deje que “lo más pior” llegará en el 24 donde es de esperar que de la oposición a Morena no quede huella…que no, que no.
El asunto es que la alianza maldita va en caída libre y sin red protectora. Incluso hay voces como la del senador Damián Zepeda Vidales, ex dirigente nacional del PAN, quien exige el término del amasiato con PRI, considerando que ha sido más dañino que benéfico para su partido en clara referencia a la probable abstención del panismo mexiquense que se negó a votar por la candidata tricolor en un gesto de lealtad hacia la tradicional confrontación entre ambos partidos.
Mientras tanto, atrapados entre las telarañas de la desconfianza los dirigentes en cuestión, pugnan por alcanzar una candidatura presidencial común lo cual será imposible debido a las ambiciones e intereses particulares de quienes sueñan competir con Morena, así sea en el peor de los escenarios. En síntesis, no se requiere mucha ciencia para asegurar que la alianza maldita “está frita”.
LIBERTAD DE EXPRESIÓN
A instancias del magnate José García Valseca (militar y ex revolucionario poblano), el 7 de junio de 1951 se realizó un banquete de agradecimiento hacia el presidente Miguel Alemán Valdés, quien recién había perdonado la deuda multimillonaria que mantenían los dueños de periódicos debido a créditos derivados de la compra de papel a PIPSA, empresa estatal por medio de la cual el gobierno controlaba los medios escritos de la época.
La celebración se volvió tradicional hasta los tiempos presentes en que tiene connotaciones diferentes. Incluso ya no se utiliza el término libertad de prensa, sino de expresión, en referencia a los artículos 6 y 7 de la Constitución general de la república, y desde luego en alusión a una conquista considerada fundamental en la Declaración internacional de los derechos humanos de 1948.
En este contexto habrá festejo oficial en Tamaulipas este siete de junio, lo cual no ocurría desde hace dos sexenios cuando el estado era gobernado por soberbios personajes que indudablemente odiaban al gremio periodístico. Nadie ignora que fueron tiempos difíciles para ejercer el oficio que para fortuna han sido superados.
Se conmemora entonces El día de la libertad de expresión y habrá almuerzo convocado por Américo Villarreal Anaya en el propósito de restituir los lazos entre dos actividades que siendo diferentes se complementan en beneficio de la sociedad.
SUCEDE QUE
Los corruptos se van, el buen periodismo permanece.
POR MAX ÁVILA
Y hasta la próxima.