7 julio, 2025

7 julio, 2025

Discurso de un náufrago 

CRÓNICAS DE LA CALLE / RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA

Amar es naufragar. Se habla con la voz de un naufragio de nubes en la oscurecida tarde. El sol se defiende con sus brillantes espadas y huye. La noche no cesa de llegar. Hay una región del alma cerca del paraíso, pero también es una vieja plaza, dos labios hablándose durante el viaje. 

El paraíso es un ave. Un arrinconado momento en el huerto. El náufrago lleva los días hasta el extremo de sus fuerzas, es un extranjero en su cuerpo. Entonces el naufragio es un café desierto en Ia bruma de un sospechoso silencio. 

Es un paraíso de nubes la noche de lluvia que cae del cielo. Alguien mueve una mano y la sostiene, el agua comienza a latir en el cuarto. La noche es un largo sendero. La noche se adentra y moja la cara, los cuerpos. Uno de los dos únicos sobrevivientes cae diciendo te quiero. Dos almas se arrastran en el agua a la deriva. 

Se ha quedado afuera del paraíso una de las manos y pronto busca asilo y una queja larga es un zapato que no alcanzó a quedar de última hora. El amor es un pasajero reloj detenido que comienza a vislumbrarse atrás de un rato.

En un lugar del alma existe el paraíso. No muy bien nos acostumbramos a verlo, con lo ciego que somos. No obstante estalla. El paraíso es este naufragio en que escribo letras braceando sobre el agua salada del océano. Un cuerpo es océano, el otro va perdiendo fuerzas en cada palabra deletreada. 

El paraíso desde ese sitio inexplorado es el primer versículo que habla del amor. Luego el alba, como el génesis en la Biblia, descubre los cuerpos desnudos y expulsados del sueño.

El paraíso existe, pero aún no es eterno. Uno busca los momentos claves, los claroscuros, las texturas de la vida que emocionan al alma. Pero a veces el alma se conforma con sobrevivir y muere encima de la tabla. 

La sonrisa es en sí misma un paraíso, pero, ver más allá de la atmósfera que la envuelve, nos integra y nos ilumina. Afuera del paraíso la risa infalible conduce a otra risa. Es lo mismo, pero va más allá. Es una batalla de carcajadas. 

Afuera del paraíso es al revés. Las palabras textuales obedecen al consabido interés por mover y conmover. Estar ciego es ver un diccionario inedito. Hay alguien ahí adentro que duerme con nosotros y nos habla al oído. 

Amar es naufragar el paraíso perdido. La oscura luz envuelve la habitación de los cuerpos expresados. No hay más que buscar la orilla para salir al mundo, pero están atrapados. Un sueño repentino los hace alucinar con la vida. Talvez todo es verdad, tal vez todavía existen. 

Un pensamiento es el paraíso dejado caer de plano, un rostro sereno que se extraña,una mirada clave y profunda en un cuarto para dos, una mano llana como arena, como un suave discurso escrito en un minuto.

El paraíso es naufragar el punto exacto, la delgada línea de cristal que no sangró. Un leve latido, como el último. Un cigarro a mediodía, la eventualidad incomprendida, el trabajo mismo detrás de un biombo.

Es el primer versículo del amor un espacio en los ojos. La soledad hiere la luz que como nosotros busca compañía en los objetos. La pinturas son las miradas. Cada instante devela el cuadro de un pintor vanguardista que sale a caminar con su cuadro por las calles. 

El naufragio suele ser una barda, un espacio iluminado por las rejillas de una lámpara led. La calle es un desperdicio de paraíso. Desde lejos se asoma otra calle, las personas cruzan como en la vida, otras corren. 

El naufragio es por donde caminamos descalzos. Es pasar por donde no vemos la pequeña isla que somos, cuando dos tienen la única palabra que los mantiene vivos. 

HASTA PRONTO 

POR RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA

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