Serán contados los diputados locales que puedan siquiera considerar la reelección.
Los más decentes, o por lo menos los que han conseguido más reflectores, andan en busca de alguna otra posición -una alcaldía, quizás llegar a San Lázaro- pero la inmensa mayoría quedarán en el registro legislativo por sus escasas luces, o en el mejor de los casos, por su irrelevancia.
No es un asunto de partidos, las bancadas de Morena y el PAN están atravesadas por la misma miseria intelectual y profesional. Eso por no hablar de la falta de convicciones ideológicas y políticas que ha derivado en un chapulineo sin precedentes, y que por cierto, aún no termina, pues tan pronto como concluya el receso legislativo vendrán más sorpresas en la conformación de los grupos parlamentarios.
El asunto, claro, es más grave para la llamada 4T.
Cuando Morena necesitaba de un brazo legislativo sólido y habilidoso para pavimentar el primer tramo del gobierno de Américo Villarreal Anaya, lo que encontró el gobernador fue una bancada que ha exhibido hasta el cansancio sus debilidades, y que está integrada, mayormente, por diputados ambiciosos que están más interesados en solucionar sus problemas económicos que en legislar acorde a las necesidades del estado.
Cómo estará de grave la situación que para los operadores políticos del Ejecutivo suele ser más fácil lidiar con las peticiones de los diputados “de oposición” que con las exigencias de los morenistas.
Ahora mismo, la bancada está distraída en el proceso interno de sucesión presidencial, divididos entre quienes se han volcado en apoyo a Marcelo Ebrard, Adán Augusto López o Claudia Sheinbaum.
Todo ello, mientras en su lugar de trabajo siguen atoradas las iniciativas urgentes para que el gobernador tome en sus manos los hilos de la gobernabilidad.
Que un diputado como el matamorense Alberto Granados sufra para leer un párrafo completo sería gracioso si no fuera trágico para el sistema educativo mexicano y para las instituciones del Estado.
(En el PAN, la situación no es muy diferente, pues también ahí escasean las habilidades legislativas. Basta con revisar el desempeño de su dirigente estatal y “líder moral” de la bancada para sopesar la pobreza de ese grupo parlamentario).
Por eso, se vuelve tan importante la selección que hará Morena de sus candidatos al Congreso de Tamaulipas.
Como ha mostrado la experiencia reciente, no basta con colocar una buena cantidad de diputados en el Poder Legislativo.
Es necesario que quienes lleguen a esas posiciones sean, además de leales al proyecto político del gobernador, personas capacitadas en los asuntos parlamentarios y con talento político.
No será fácil, pero para Morena debe ser prioridad ganar el Congreso con los mejores diputados posibles.
POR MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES