La demoscopia, el estudio de opinión pública, es una disciplina esencial de la democracia. Cuando hay anomalías, deben ser explicadas.
George Gallup accedió a la fama al predecir correctamente los resultados de la elección presidencial de EU en 1936, con una muestra aleatoria de sólo 5 mil encuestados. Pero el propio Gallup tuvo tropiezos cuando predijo que T.E. Dewey derrotaría a Harry S. Truman. Corrigió. Un símil útil son los accidentes aéreos: ocurren, pero los aviones vuelan. Cada accidente provoca mucha investigación. Necesitamos de la demoscopia, es un pilar de la democracia. Medir científicamente el sentir de la población ayuda a un mejor gobierno. ¿Qué está ocurriendo?
El régimen autoritario hacía muchas encuestas, pero eran sólo para su consumo. Pero la sociedad se abrió camino. Hoy hay en México muchas casas de gran seriedad. Sin embargo, en los últimos años ronda el escepticismo. Dos factores parecieran explicarlo. A partir de la pandemia, ante la imposibilidad de utilizar la “fórmula” tradicional, ortodoxa –entrevista aleatoria en hogar, cara a cara–, se implementaron nuevas aproximaciones, vía celulares, muestras muy amplias vía teléfono fijo hechas por computadora, y otras. Algunas han sido exitosas, otras han tenido fallas serias. El otro factor de desconcierto, que se ha convertido en un verdadero mito, es la alta aprobación de López Obrador. ¿Cómo es posible que, con tantas pifias, descalabros, mentiras, violencia, cientos de miles de muertes por negligencia, agresiones a diestra y siniestra desde el púlpito presidencial y un largo etcétera, su aprobación permanezca alta?
Lo primero sería terminar con el mito, al trimestre 17, es decir, en febrero previo al año de la elección, Salinas y Fox tenían una aprobación superior (Consulta Mitofsky). Lo segundo es el efecto avasallador de las larguísimas conferencias matutinas. Pero las principales casas de encuestas coinciden en otros temas. La mayor parte de las políticas públicas está reprobada. Integralia, El Financiero, Berumen y Asociados, Buendía & Márquez, GEA-ISA y otras, señalan a la inseguridad, la economía y la corrupción, como serios tropiezos. A pesar de los beneficios directos que llegan a más de 30 millones de hogares, hay una enorme insatisfacción. Tomo dos muy recientes, El Financiero muestra una clara división entre satisfechos e insatisfechos, a mitades. De nuevo, ¿por qué la aprobación? GEA-ISA registra a 37% que considera que AMLO tiene “buenas intenciones”, 10% se “identifica con él” y 21% lo aprueba por los programas sociales. Pero los “buenos resultados” se cayeron seis puntos en tres meses, están en sólo 12%. En contraste, la desaprobación se explica por 45% que lo considera un “líder autoritario” y 20% siente que no lo representa. Otra explicación sería el “voto oculto”, lo vivimos con Cuauhtémoc Cárdenas. En situaciones de alta tensión social la población baja la mirada, miente para no enfrentarse. Pero la historia está repleta de sorpresas.
En horas, Xóchitl Gálvez se convirtió en un fenómeno de opinión pública. Debemos ser capaces de explicarlo. Conversando con un querido amigo sobre la cantidad y calidad de los videos, memes, columnas nacionales e internacionales, entrevistas etcétera, se podría caer en la tentación de suponer que Xóchitl orquestó todo. Pero es imposible, algo debe haber tenido en el baúl imaginario. Su historia y su capacidad de comunicación son notables. Pero quizá lo más interesante sea que buena parte del revuelo lo produjo la propia sociedad, y ésa sí es una energía avasallante. La ingeniera podría ser el primer caso en México de una aspirante con un equipo de apoyo anónimo y no tanto (las firmas) con cientos de miles, millones quizá, de ciudadanos detrás.
Vueltas da la vida. El sábado el Zócalo no vibró, se fue vaciando en presencia del líder. ¿Pacto con el pueblo? Al mismo tiempo, la plaza pública virtual rugía.
Más retos para la demoscopia y para la democracia.
POR FEDERICO REYES HEROLES