El hallazgo de fosas clandestinas en un fraccionamiento de Reynosa volvió a evidenciar las consecuencias de una crisis humanitaria que arrancó hace más de una década.
Entre el 2009 y el 2012, Tamaulipas vivió niveles de violencia que no se habían registrado en los tiempos modernos.
Durante ese periodo, miles de personas fueron asesinadas en el estado, muchos otros ni siquiera pueden considerarse muertos, porque permanecen en condición de desaparecidos.
Van algunas cifras para dimensionar la tragedia.
El 2009 fue el último año que Tamaulipas registró menos de 300 homicidios dolosos en un año, porque el 2010 hubo 721 asesinatos; en el 2011 hubo 855 y en el 2012 se rompió el récord con 1,016.
En total, fueron 2,880 homicidios en los cuatro años más violentos del estado.
Pero la cifra real de personas ejecutadas en aquél tiempo seguramente es mucho mayor si se cruzan con las estadísticas de desapariciones.
Entre el 2010 y el 2016 se contabilizaron 5,087 desaparecidos, con una tendencia alarmante que no cesó durante los próximos seis años, pues entre el 2016 y el 2022 hubo 4,471 reportes de personas no localizadas.
Como trágica secuela de aquellos años, hoy hay más de 2 mil cadáveres sin identificar en Semefos, panteones forenses, y fosas comunes de diferentes municipios.
Pero además -nos recuerdan las narcofosas de Infonavit Arboledas en Reynosa y antes La Bartolina en Matamoros- el territorio estatal completo fue atravesado por la práctica de los campos de exterminio y los entierros clandestinos.
Este año, la Secretaría de Gobernación y la Comisión Nacional de Búsqueda presentaron una herramienta valiosa para entender este fenómeno macabro.
De acuerdo al Mapa de Hallazgos de Fosas Clandestinas entre el 2006 y el 2023, en Tamaulipas se han detectado 547 fosas, lo que lo pone en el segundo lugar de los estados con más registros, por debajo de Veracruz que suma 647.
El documento confirma que hay municipios donde fue más empleado este método de desaparición como Güémez y San Fernando que ocupan el primer y segundo lugar del estado, con 82 y 76 narcofosas. En tercero aparece la capital del estado, Victoria.
Pero acaso lo más destacado de este mapa oficial, no sean las cifras, sino la certeza de que no hay una sola región en la que no haya registro de esta práctica, y por lo tanto, la sensación de que los entierros clandestinos que aún permanecen escondidos en predios de todo el estado, son muchos más que los que actualmente reportan las cifras oficiales.
No es descabellado aventurar que bajo el suelo de Tamaulipas yacen muchos de los más de 12 mil desaparecidos que contabiliza el Registro Nacional de la Secretaría de Gobernación.
En medio de esta tragedia histórica, cobra cada vez más relevancia el papel que han jugado en los últimos años las madres buscadoras.
Su labor merece todo el respaldo del Estado mexicano que, sobra decirlo, está en deuda con ellas.
POR MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES