Esta semana se reunió en Sudáfrica el grupo BRICS; así llamado por las iniciales de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Desde occidente se dice que es un grupo incoherente por su heterogeneidad.
Sin embargo, comparten dos características fundamentales. La primera es su éxito económico y en desarrollo social. Veamos sus características principales.
Brasil, el país más grande de Sudamérica tiene una economía diversificada con fuertes sectores agrícola, minero, industrial y de servicios. Cuenta con vastos recursos naturales incluyendo la selva del amazonas, petróleo y minería. Es un destacado exportador agropecuario en particular de soya, café y carnes.
En la última década con los gobiernos de Lula y Dilma Roussef avanzó notablemente en el alivio de la pobreza y recientemente Lula, originalmente un líder obrero ha vuelto al poder.
Rusia, el país más grande del mundo cuenta con las mayores reservas globales de recursos naturales incluyendo petróleo, gas y metales. Es un gran exportador de energía; anteriormente a Europa y a partir de las sanciones económicas logró diversificar sus exportaciones a otros países.
Tiene sectores industriales y tecnológicos fuertes, destacando las industrias espacial, militar y nuclear. Se recuperó notablemente del desastre que le significó la disolución de la Unión Soviética.
La guerra en Ucrania resaltó la capacidad del país para enfrentar sin retrocesos relevantes las duras sanciones occidentales.
India es hoy en día, con 1 mil 400 millones de habitantes, el país más poblado del mundo. Tiene una fuerza de trabajo joven y educada. En su economía destacan los servicios en tecnología de la información y programación digital.
Es una potencia global en la producción de vacunas y medicamentos. En los últimos 15 años consiguió que 415 millones de sus habitantes salieran de la pobreza fortaleciendo su clase media y el mercado de consumo interno como motor de su economía. Lleva una década creciendo a más del 6 por ciento anual.
China ha presentado la mayor tasa de crecimiento económico anual promedio durante cerca de 30 años y se ha convertido en el segundo país por el tamaño de su economía, solo detrás de los Estados Unidos.
De 1978 a la fecha consiguió sacar de la pobreza a 800 millones de sus habitantes creando un fuerte mercado interno. Su estrategia de crecimiento se ha caracterizado por la substitución de importaciones basada en una moneda barata, muy competitiva.
Se ha convertido en el motor industrial del mundo y ha alcanzado el liderazgo en investigación y desarrollo tecnológico en algunos sectores electrónicos de punta.
Sudáfrica es un país rico en recursos naturales, en particular minerales con una importante extracción de oro, platino y diamantes. Tiene una economía diversificada con un sector industrial desarrollado que produce automóviles, productos químicos, acero y bienes de consumo.
Es el centro financiero de África, con una mano de obra calificada. Es atractivo a la inversión extranjera. Presenta importantes problemas de pobreza y desempleo.
Aparte de su éxito, a estos cinco países los une el sentirse excluidos; el no ser tratados en condiciones de igualdad por los países occidentales. Desde hace años Brasil, India y Sudáfrica reclaman un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas y mayor capacidad de decisión en instituciones multilaterales, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
India considera que su enorme población y éxito económico debiera ser reconocido. Brasil se presenta como el posible vocero de América Latina y Sudáfrica también como vocero de los países africanos.
Si cada uno por separado tiene importantes argumentos para tener una mayor presencia en las decisiones globales; unidos plantean un hecho irrefutable.
La suma de las economía del grupo BRICS contribuye con el 31.5 de la producción global mientras que la de los países del G7, es decir Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido aportan menos, el 30 por ciento.
Desde el año 2020 los BRICS rebasaron al G7 y, además sus tasas de crecimiento son muy superiores, con lo que la perspectiva es que esa brecha se ensanche.
Dadas las dificultades para incrementar su presencia política y de decisión en las instituciones ya existentes los BRICS están dispuestos a crear alternativas.
Se han planteado, por ejemplo, crear su propio banco de desarrollo; fortalecer sus intercambios comerciales en sus propias monedas y crear un nuevo sistema de internacional de transacciones financieras. Todos son cambios de enorme relevancia.
Los BRICS declaran expresamente que no son un grupo antioccidental y no tienen animosidad contra ningún país o alianza económico militar.
Simplemente quieren abogar por sus propios intereses. No obstante, es indudable que algunas decisiones de la alianza económico militar occidental, el G7 y la Comunidad Europea, en particular cómo se han usado y se pueden usar las sanciones económicas, les motiva a explorar nuevos caminos.
Ejemplo de estas sanciones son el congelamiento, prácticamente apropiación de las reservas de los bancos centrales de varios países, incluyendo recientemente a Afganistán, Irán, Rusia y Venezuela. Otra muy importante ha sido impedir la utilización del sistema internacional de pagos Swift.
Lo anterior ha creado una creciente desconfianza hacia el dólar debido a la vulnerabilidad en que se colocan los países ante decisiones políticas de los países desarrollados.
Además, es un hecho que la guerra en Ucrania ha mostrado los límites del poder económico y militar de la alianza occidental y eso mismo alienta mayores muestras de independencia. Más de una veintena de países han solicitado unirse a los BRICS y en la reciente cumbre se les extendió invitación para adherirse a seis de ellos: Arabia Saudita, Argentina, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Etiopia e Irán.
BRICS es un grupo atractivo por varias razones. En lo económico se centran en el desarrollo de infraestructura, la expansión del comercio mutuo y la colaboración científico – tecnológica.
Esto último es particularmente relevante tras de que la pandemia mostró el egoísmo tecnológico de los países industrializados en momentos en estaba en juego la vida de millones.
En lo político son una alianza no militar que se propone el trato igualitario entre países y la no interferencia en los asuntos internos de los demás; además de promover la resolución pacífica, diplomática de las diferencias entre países. Todos se comprometen a priorizar el alivio de la pobreza y la desigualdad, y el desarrollo sostenible. Promueven un nuevo equilibrio geopolítico y económico muy distinto al imperante.
El tiempo nos dirá si triunfan o fracasan.