¡Compi compadreeee! – grito ‘el Cachetes’ desde el paradero de micros al ver al Caminante. Toreando los coches y cargando una pantalla plana de 42 pulgadas, el rechoncho Emilio cruzó ambos carriles para encontrarse con el vago reportero. – ¡Ay Emilio! otra vez ahí vienes todo colorado y sudoroso ¿pues qué pasó? – le dijo el Caminante. –
¡Jijos! siento que me ahogo, que onda mi “Expreso” ¿pa’ donde vas? – Voy a un yonque ahí por Grand Hombres Ilustres, mi cachetes. – ¡Ah con madre! ¿me das un ride? – Claro que si compi, ¿que rumbo llevas? – ¡Voy pa’ allá pa’l 16 Sonora! – No manches Cachetes ¡eso queda para el otro lado! – ¡Tírame paro compadre, no seas gacho! –
Órale pues, vamos por mi carro, lo dejé ahí en el estacionamiento del Sierra Gorda con el Richard y el Tommy. –
El Caminante y el cachetes enfilaron hacia el poniente de la ciudad en su viejo Nissan Sentra. – ¿Y a qué vas hasta allá mi Cachetes, no me digas que se te descompuso la pantalla? – ¡Nombre que la boca se te haga chicharrón! Voy a ver cuánto me dan por la pantalla… ¿o tú no te animas? ¿Cuánto me darías por ella compadre? – ¡Uy no mi chavo! yo ando bien ‘sarras’ antes di que voy a llegar a quincena… – ¡Chales! pues sí, sí te creo ahorita todos andamos igual, yo ando juntando para la lista de útiles escolares de mi Araceli.
– Ah pues acaba de salir del kinder ¿verdad? – Sí, se graduó de kinder – dijo el Cachetes muy orondo – y pues ya entró a la primaria el lunes. – ¿Y que6 tal? ¿todo bien? – Nombre compiri, muy apenas completé para los uniformes y unos cuantos cuadernos y colores.
– ¡Jijos! pues es que ya ni la friegas Emilio, te gastaste una lanotota en la entrega de papeles. – Graduación, compi, fue graduación porque se graduó de kinder – interrumpió Cachetes inflando el pecho.
– ¡Pos como ‘haiga’ sido mano! ¿en cuánto me dijiste que salió el chistesito de la ‘graduación’? – ¿Ya con todo y todo? – Si Cachetón, con todo. – Como seis mil pesos – ¡Aza madre! – Más lo de la albercada… – ¿La qué? – dijo el Caminante sorprendido – ¿Albercada? – Si, pues es que los papás de los demás niños se organizaron y pues ni modo que mi Araceli se quedara ahí nomás viendo veda?
– ¿En cuanto salió la cooperación de la albercada compi? – ¿Ya con todo y lo de la carne asada y el brincolín y el sonido? – Ajá – Poquito, como mil doscientos. – No manches Emilio – Y aparte el estudio fotográfico fueron mil ochocientos, pero pues la ocasión lo ameritaba compadre. – ¿Osea que te gastaste nueve mil pesos en la ‘graduación’ de la niña? – Si… más unas caguamitas en la noche, compadre ¡pero ya no me regañes que lo dices como si fuera algo malooo! – No compadre, si yo no te regaño, pero mira nomás cómo andas ¿y qué dijo la comadre? – ¿De qué? – De que vas a vender la pantalla. – Ah, todavía no le digo – confesó Cachetes. – ¿Osea que no sabe que vas a vender la pantalla? – No hay pex compadre, al rato le mando un WhatsApp – respondió muy sereno el regordete Emilio.
El Caminante y Cachetes llegaron a una casa de empeños del 16 Sonora y el vago reportero decidió acompañar a su amigo. Mientras Emilio hacia el trato, el escribidor se entretuvo viendo algunas bicicletas y herramientas en los aparadores. Después de unos minutos el Cachetes regresó con un gesto de frustración en el rostro. – Gadamadre, me dieron bien poquito, pero ni pex, se me hace que voy a tener que vender la bicicleta estacionaria de mi vieja. –
¿De plano te faltan muchas cosas para completar la lista de útiles? – Pues casi todo compadre, pero es que los profes se la bañan, nos pidieron de todo ¡hasta pintura vinílica! – ¡Ah chingá! y esa pa’ qué o qué? – preguntó el Caminante. – Pues no sé, también le pidieron un paquete de pelotas y hasta dos litros de ‘Fabuloso’ …oye compadre, ¿cabrá la bici estacionaria en tu carro? – ¡Ni lo pienses compadre! no voy a ir hasta la Marte R. Gómez por la bicicleta! – No seas gacho compadre, ¡tírame paro! es por tu ahijadita Araceli. – ¡Es que está bien lejos! ¡hasta el otro lado de la ciudad! además traigo bien poquita gasolina. –
Con lo que me den por la bicicleta yo te aliviano para la gota, ¿ton’s qué? ¿Si se arma o qué? Al Caminante ya no le quedó más remedio que acompañar al Cachetes, en su travesía para conseguir el ‘billullo’ necesario, para completar la lista de útiles escolares de la pequeña Araceli. Y todo porque el Cachetes ‘echó la casa por la ventana’ en la “graduación” de kínder de su hija. Demasiada pata de perro por esta semana.
POR JORGE ZAMORA