La trama del movimiento magisterial que encabeza Arnulfo Rodríguez, va más allá de la exigencia de respuestas a un pliego petitorio armado al vapor por sus estrategas, apoltronados en sus sillones ejecutivos.
El gobierno y el mismo Arnulfo, están en una encrucijada: o llegan a acuerdos razonables, o corren el riesgo de ser rebasados por miles de maestros que son ajenos a las disputas por el presupuesto y los espacios de poder, y que por décadas han padecido estrecheces y dificultades, con paupérrimos salarios y lastimosas condiciones de trabajo.
Aparentemente la demanda principal es que se despida a Lucía Aimé Castillo como titular de la Secretaria, la realidad es que las eminencias grises que manejan a Arnulfo, encabezadas por su secretario particular Ulises Ruiz Pérez, lo que quieren es apoderarse de los cargos más importantes de la secretaría para manejar plazas, contratos y negocios.
En el SNTE no hay tradición de lucha ni preocupación por la suerte de los miles de profesores afiliados. Desde los tiempos del cacique Carlos Jonguitud, pasando por los liderazgos de la polémica Elva Esther Gordillo y los actuales dirigentes, una casta divina de líderes utilizan la práctica del estira y afloja para acrecentar sus privilegios.
Ahora mismo no son los maestros de inglés su preocupación, ni los profes sin basificar ni los maltratos reales o inventados.
Lo que quieren es meter mano en el presupuesto, de donde se pagan los sueldos de los 53 mil maestros y la educación de casi un millón de escolares.
Es toda una estructura que para su funcionamiento requiere un gasto elevadísimo, mucho más de 25 mil millones de pesos anuales en pagos de nómina y en la cobertura del crecimiento, mantenimiento y operatividad de la
estructura educativa.
Es lo que ansían controlar los líderes del paro. Por eso cuando piden la cabeza de la titular de la SET lo que en verdad pretenden es apoderarse de las posiciones más suculentas del aparato gubernamental.
Lo demás, diríase en el argot popular, les vale madre. El gobierno está en un dilema. Si cede y deja ir a Lucia verá quebrantado su principio de autoridad, y si les otorga las posiciones de poder que reclaman, perderá el control sobre una de las áreas más sensibles de la administración.
Los ambiciosos que rodean a Arnulfo lo que menos quieren es mejorar la calidad de la educación o reivindicar los derechos perdidos por los maestros. Van por su tajada.
UNA NEGOCIACIÓN VENTAJOSA
El día que apareció Hector “Calabazo” Villegas a cuadro, se avivó la preocupación de quienes saben y dimensionan la gravedad del problema.
El tipo batalló para articular las frases que le escribían en el telepromter. En un análisis de su lenguaje corporal, se advierte inseguridad y un desconocimiento del tamaño de su responsabilidad, y se trata nada más y nada menos que del coordinador de la mesa de negociaciones.
El cierre de semana les llegó como un providencial respiro. Veremos si para el lunes logran avanzar en las pláticas y sabremos hasta dónde llega la audacia e irresponsabilidad de los dirigentes sindicales.
Por lo pronto muchos maestros que han aguantado vara durante años, podrían decidirse a seguir con el reclamo de sus derechos escamoteados, quiera Arnulfo o no, haya arreglo o no.
Lo suyo es un tema que no está en la agenda de la Sección XXX ni del Calabazo. A veces hay que repasar la historia. Vale la pena que indaguen lo qué pasó en el sexenio de Manuel Cavazos Lerma, lo que estuvieron a punto de perder el gobierno y los blandengues liderazgos sindicales que cuando quisieron ya no pudieron contener la ira de las bases.
Mientras en Palacio cerraban tratos en torno a los porcentajes del aumento salarial y de las prestaciones, los maestros que acampaban en la Plaza Juárez decidieron seguir adelante, con o sin sus dirigentes de plástico.
Cuando Jaime Medellin quiso retomar el liderazgo, ya había una asamblea que había resuelto hacerlo a un lado. Fueron días de extrema tensión que pusieron en jaque a las autoridades y a los líderes sindicales.
LA JODENCIA MAGISTERIAL
La agenda urgente de los maestros de a pie no está en el pliego petitorio de sus dirigentes. Saben bien que meterse en el brete de pelear reivindicaciones de a deveras les resultaría improductivo. Hay mucho que pelear pero no les importa.
Es una burocracia empedernida por vicios y privilegios que nunca ha visitado las escuelas arrumbadas en el olvido, con instalaciones deterioradas y condiciones desastrosas, porque los gobiernos simplemente las olvidaron.
Lo más cabrón sería meterse en el brete de reclamar salarios justos porque no les alcanzaría el tiempo para ver cumplidas sus demandas.
En la zona de confort donde viven nada saben de las peripecias que implica vivir con salarios mensuales de 8 o 10 mil pesos, como los maestros de primaria, muchos de ellos obligados a recorrer caminos polvorientos y sinuosos para llegar a dar clases.
El asunto en litigio es de pesos y poder. Si Calabazo quiere llegar a una solución tendrá que cederles espacios y otorgarles privilegios.
En el sexenio de Eugenio Hernandez llegó a la Secretaría un buen tipo pero impreparado y sin el menor conocimiento sobre la estructura y los planes educativos.
Geño le guardaba aprecio e incluso lo tenía en sus planes a futuro. Finalmente, cuando lo vio empequeñecer, se olvidó de él pero lo dejó en la SET, con un desempeño errático y avorazado.
Entonces Arnulfo Rodríguez que ejercía su primer liderazgo se convirtió en el secretario de facto. Ahora sus adláteres sueñan con un viaje al pasado.
El riesgo mal calculado es que finalmente el problema se les vaya de las manos y que otras fuerzas se apoderen del movimiento, Como diría el clásico de Aurelio Nuño: “hay que ler”.