El martes pasado el Centro para la Seguridad de la Inteligencia Artificial emitió el más reciente y uno de los más fuertes gritos de alarma al respecto.
En un breve comunicado plantea que el riesgo de extinción de la humanidad debido a la Inteligencia artificial es real y que debe ser una prioridad global el mitigarlo.
Lo compara con otros peligros tan graves como las pandemias y la guerra nuclear. Aparte del contundente mensaje lo que más importa del comunicado es que está firmado por centenares de científicos expertos, investigadores y profesores en ciencias de la computación, electrónica y tecnología, entre otras ramas especializadas.
Se identifican firmantes de las principales universidades e institutos de investigación de Estados Unidos, China, Rusia, Canadá, Reino Unido, Alemania e Israel entre otros. Algunos de ellos son de los más destacados desarrolladores de la tecnología que sustenta la inteligencia artificial. Se han adherido al grito de alarma centenares de personalidades notables.
Entre ellos científicos de otras ramas del conocimiento; políticos de los Estados Unidos, Inglaterra, Estonia, Nepal y muchos otros países; directivos de corporaciones gigantescas, uno de ellos Bill Gates. Es decir que los que realmente saben del asunto están planteando que la inteligencia artificial representa un grave riesgo para la humanidad.
El hecho es que mientras el cerebro humano ha evolucionado a lo largo de cientos de miles de años, la inteligencia artificial en pocas décadas lo está alcanzando e incluso superando sin que existan limites visibles a este proceso.
Un ejemplo de la diferencia de capacidades es que una máquina de inteligencia artificial puede revisar todo lo que existe en internet en cosa de minutos, mientras que a un ser humano le tomaría más de diez mil años.
Stephen Hawking, el famoso científico que en su momento era considerado el ser más inteligente a pesar de su notoria incapacidad física, predecía que habría un conflicto entre la humanidad y la inteligencia artificial y que ganaría esta última.
Uno de los señalamientos que hacen científicos notables es que el desarrollo de la inteligencia artificial, al que ellos han contribuido, los ha tomado por sorpresa. No esperaban que ocurriera a la velocidad y dinamismo con que está evolucionando.
Las máquinas ya están aprendiendo por cuenta propia no solo a partir de todo el conocimiento acumulado por la humanidad durante milenios que se encuentra por escrito.
También saben interpretar las imágenes visuales y la información noticiosa del momento. Existen muchos riesgos que pueden considerarse menores, al menos no al nivel de un asunto de vida o muerte para la humanidad entera. Las maquinas reciben información que puede inducir sesgos y discriminación cuando se le emplea para, por ejemplo, identificar personas que son buscadas por la justicia; o decidir cuáles son los mejores candidatos para entrar a un empleo o universidad.
El hecho es que los procesos que realizan las maquinas son “cajas negras”; es decir que son demasiado complejos para entenderlos. Esta falta de transparencia hace muy difícil entender o cuestionar sus resultados.
Pero aceptarlos a ciegas puede generar errores en sectores como la aplicación de la justicia, realizar un diagnóstico médico o tomar decisiones financieras. Todos estos son campos en los que ya se aplica la inteligencia artificial.
Una de las más importantes preocupaciones es que hoy en día prácticamente todas nuestras actividades dejan huellas digitales que pueden estar al alcance de las computadoras inteligentes. Y las computadoras son vulnerables a los ataques cibernéticos que pueden robar información personal, alterarla y hasta fingir que somos nosotros. Se ha llegado al grado de que es difícil identificar si se está conversando, por escrito o hablando, con una persona real o con una máquina.
La inteligencia artificial puede condenar a la extinción millones de empleos. La industria e incluso la agricultura están automatizando gran parte de sus operaciones.
Los centros comerciales requieren menos empleados para cobrar a los clientes o para responder a sus preguntas. Los automóviles autodirigidos están en vías de substituir a millones de choferes en las ciudades y carreteras. Se puede llegar en pocos años a que haya aviones y barcos autodirigidos.
Multitud de actividades de registro y análisis de datos pueden automatizarse. Hay maquinas que pueden efectuar labores de construcción, desde la colocación de ladrillos a acabados finales.
El avance de la telemedicina y los diagnósticos computarizados en apoyo de los médicos pueden, como en muchas otras áreas, hacer más eficiente a una minoría, al mismo tiempo que provoca el desempleo de muchos otros. Se está automatizando la preparación y entrega de comida.
También se pueden programar las máquinas para proporcionar asesoría financiera e incluso psicológica. La entrada de la inteligencia artificial a numerosos campos puede considerarse un éxito del cual algunos pocos saldrán muy beneficiados; al mismo tiempo que crea un desplazamiento de empleos que puede crear fuertes problemas sociales. Una consecuencia sería la exacerbación de las inequidades de todo tipo: entre países avanzados y en desarrollo; entre extremadamente ricos y otros que sufrirán el deterioro de la seguridad en sus empleos y su bienestar.
Antes incluso del riesgo de extinción de la humanidad entrarán en acción cambios que pondrán en riesgo la vida económica y social de cientos de millones.
Podría pensarse que es una minoría los que están muy preocupados. Pero hay que recordar que los primeros en señalar un peligro real han sido precisamente los que están involucrados en su desarrollo.
Así ocurrió con las bombas atómicas cuando los científicos que las hacían posible fueron los primeros en señalar los riesgos que implicaban armas tan poderosas, al grado que un conflicto nuclear puede acabar con la humanidad. Muchas veces los que lanzan una alarma sufren consecuencias muy desagradables; como los primeros en alertar sobre los riesgos del asbesto, de insecticidas, o de otros contaminantes. No digo que este vaya a ser el caso debido a la cantidad y peso irrefutable de los que advierten el peligro de la Inteligencia artificial.
En sentido contrario no sabemos si este grito de alarma, que ha sido precedido de varios otros, logrará conseguir que las grandes potencias se pongan de acuerdo y en lugar de una competencia desenfrenada establezcan reglas rigurosas de control de las aplicaciones de esta nueva super tecnología.
Hasta el momento la competencia entre países ha predominado y hace que el desarrollo de la inteligencia artificial y sus aplicaciones parezca imparable. Una primera respuesta positiva fue la del primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunak, que retuiteó el mensaje de alarma añadiendo que su gobierno está revisando cuidadosamente el tema. Si tiene acceso a una APP de inteligencia artificial, haga su pronóstico.