Con la sesión extraordinaria del Consejo General del Instituto Electoral de Tamaulipas (Ietam) ayer por la mañana, comenzó el proceso electoral local mediante el cual se renovarán el Congreso y los 43 Ayuntamientos de la entidad.
El organismo que encabeza Juan José Ramos Charre definió los pasos que seguirán partidos, candidatos, autoridades y ciudadanos en la ruta hacia la renovación del Legislativo y de las Presidencias Municipales, así como los detalles de la coordinación con el Instituto Nacional Electoral (INE) para lo relacionado con la elección federal.
El que está en marcha desde ayer es el proceso electoral número 13 a cargo del Ietam y el tercero que tiene la característica de ser concurrente, es decir, que cuando una elección se empata con otras.
En esta ocasión, para la renovación de los 43 Ayuntamientos y de las 22 diputaciones locales -tanto de mayoría como plurinominales-, podrán competir siete partidos con registro estatal: PAN, PRI, PRD, Verde, PT, Movimiento Ciudadano y Morena, que podrán proponer candidatos de ambos géneros para disputar 541 cargos con sus respectivos suplentes.
A partir de ayer, más de 2 millones de tamaulipecos estarán en condiciones de acudir a las urnas el próximo año para votar por Alcaldes, diputados locales, federales, dos senadores y un Presidente de la República.
El trabajo del Ietam será importante como un ente autónomo con la responsabilidad de conducir el proceso electoral dentro de la ley y teniendo como prioridad garantizar la equidad de la competencia.
No faltará quién quiera desacreditar el trabajo de las y los consejeros electorales del Ietam, pero ése es un riesgo que saben que están corriendo y seguramente sabrán cómo sortearlo de la mejor manera.
Cuando el poder utiliza a sus incondicionales para imponer sus decisiones, su narrativa y sus caprichos, suele golpear al árbitro electoral, como lo vimos en el pasado reciente con López Obrador y el INE.
En una democracia incipiente y frágil como la que vivimos, eso es terrible e indeseable.
¿INGENUO O COMPARSA?
Es imposible no mencionarlo, pero el asunto del proceso interno de Morena y el resultado que confirma lo que siempre se dijo, es un tema que va a durar en la conversación pública un buen tiempo.
Marcelo Ebrard dijo hace días que este lunes decidirá qué hacer con su futuro político y aunque hay quienes lo ven como eventual candidato de Movimiento Ciudadano, otros creen que nuevamente se doblegará ante Andrés Manuel.
En lo personal sigo insistiendo en que Marcelo no pudo haber sido tan ingenuo como para creer que el proceso de designación del candidato presidencial iba a ser transparente, equitativo y creíble.
Me parece que al saber cuáles eran las reglas, las condiciones de inequidad en las que competía y sobre todo, la personalidad de López Obrador, entendía que llevaba las de perder.
Y una de dos: O lo hizo a sabiendas que esto pasaría y acordó previamente disfrazar una ruptura para irse como candidato de MC y dividir a la oposición o bien, cometió el error de creerle a Andrés Manuel.
Creo que fue lo primero y que será cuestión de tiempo para verlo de comparsa de Morena, abanderando a Movimiento Ciudadano y dividiendo a la oposición.
Sí, como antes el PRI usaba a sus satélites. No veo a Marcelo enfrentándose directamente con López Obrador, conocedor como es de los resortes del poder y de las consecuencias de hacerlo ante alguien que, soberbia y control férreo de las voluntades de sus incondicionales, puede echarle encima toda la maquinaria del Estado para acabarlo. Parece que en Marcelo y Andrés Manuel se repite lo sucedido en el 93 con Manuel Camacho y Salinas de Gortari.
Sí, la historia se repite y los elementos comunes son la ambición, la soberbia y hasta la ingratitud.
ESCOTILLA
Con la designación de Claudia Sheinbaum como virtual precandidata de Morena a la Presidencia, ha cundido una epidemia de simpatizantes espontáneos.
Basta ver las redes sociales a todos los han compartido fotografías con ella en algún momento de su visita a Tamaulipas, para darse cuenta de quiénes son y cómo repiten los patrones del pasado.
Quienes lo hacen suponen que una fotografía con el personaje político de moda en este momento les dará valor político.
En realidad, se muestran como parte de la cargada que en los años del viejo PRI y del efímero PAN en la Presidencia hacían lo mismo.
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