CD. VICTORIA, TAM. Tino, Beto y Pelón se conocen desde la primaria y siempre andan juntos ‘para arriba y para abajo’ (como dicen ellos) Esta “noche del grito” decidieron acudir a la verbena popular que se llevaría a cabo en la plaza Juárez, aprovechando que el carro de Beto, un Sentra viejo y parchado, por fin había salido del taller por una falla en la transmisión.
Y claro que el auto sería necesario, pues como radican en los alrededores del panteón de la cruz, sería una proeza caminar (y no ser asaltado) todo ese tramo de madrugada.
Su ‘tirada’ era comer pozole en algún lugar céntrico y después ir a soltar ‘vivas’ cuando el gobernador presidiera la ceremonia del grito de Dolores.
Y así, después de cargar con sendos cien pesotes de gasolina, los tres amigos enfilaron hacia palacio de gobierno.
Muy optimistas pensaron en dejar el coche en la ‘plaza del 8’ para no batallar con estacionamiento. Luego de dar varias vueltas encontraron un espacio por la de Morelos.
Los tres compas llegaron al filtro con detectores de metal instalado en el 14 y 15 Hidalgo casi a las 10 de la noche.
Pelón se abalanzó “como gorda en tobogán” a un puesto de pozole pues ya se cargaba una hambre de león. Tino y Beto ‘le hicieron segunda’.
Luego de esto intentaron acercarse al escenario donde ya se escuchaba música de mariachi. Pelón y Tino alcanzaban a mirar entre la multitud a una persona cantando canciones de Juan Gabriel, pero no así Beto, que con sus cortos 1.58 metros de altura solo podia ver espaldas y nucas …y para acabarla de amolar una persona con un penacho tricolor se había parado frente a él.
“Ni modo que te carguemos” le dijo Tino encogiéndose de brazos. Lo curioso del asunto es que a los costados del escenario se habían instalado dos mega pantallotas, pero que en lugar de proyectar ‘la variedad’ solo transmitían imágenes de una bandera ondeando.
“De perdis hubieran puesto ahí los que están cantando, desde aca no se alcanza a ver nada ni sabe uno quién está cantando” refunfuñaba el chaparro amigo. De manera sorpresiva la ceremonia inició una hora antes de lo usual, dando lectura a la declaración de independencia y acto seguido el ‘Gober’ procedió a gritar las arengas que hace 213 años profirió el cura Hidalgo al iniciar la guerra de independencia.
Posteriormente una impresionante pirotecnia iluminó el cielo. De pronto, las enormes pantallas empezaron a transmitir la ceremonia del grito que se llevaba a cabo en el palacio nacional en la Ciudad de México.
En ella el presidente vitoreó a los héroes que nos dieron patria. Otra explosión de pirotecnia ahora desde la azotea del centro cultural Tamaulipas hizo estallar el júbilo de los presentes, y de paso los bañó en cenizas.
El espectáculo de drones,como ya es costumbre hizo que todos apuntaron sus celulares hacia el cielo. El bochorno de esta calurosa noche de septiembre puso a sudar a todos los presentes.
El momento patriótico se vio coronado con la presentación de Pedro (o Pedrito, para muchos) Fernández.
El cantante de 53 años y casi 45 de carrera artística se apropió del escenario desde el primer minuto.
Tino, Beto y Pelón lograron llegar a un punto de mayor visibilidad para disfrutar la actuación del cantante tapatío.
De ahí en adelante, caerían como en cascada uno a uno los grandes éxitos de Pedro Fernández, aunque Tino pedía a gritos que el artista cantara “la de la mochila azul” la canción no formó parte de la velada, pero Fernández reconoció que los tamaulipecos sí que cantan y cantan muy bien.
El aventurero, Amarte a la antigua, El yo no fuí y Mi forma de sentir son solo uno de los temas que pusieron a bailar y de paso derramar la lagrimita de más de uno de los presentes.
El show terminó pasada la 1 de la mañana y los tres amigos emprendieron el regreso. “Esta es la mejor noche del grito que he estado en toda mi vida” dijo Tino.
Pero como nunca falta ‘el negrito en el arroz’ al llegar al carro de Beto notaron que una de las llantas estaba totalmente desinflada …y no traían un neumático de refacción.
De pronto el rostro de Pelón se iluminó al reconocer una cara conocida entre tanta gente. – ¡Compadre, compadre! gritó el Pelochas al ver al Caminante. – ¿Que’abidooo? – le respondió el vago reportero que subía a su coche acompañado de su ‘ñora’.
Pelón le pidió al caminante que les diera un ‘raid’ pero este les propuso otra idea: les prestaría su propia llanta de refacción para salir del problema (incluyendo gato y cruceta).
Los conocidos del Caminante aceptaron y se dispusieron a cambiar la llanta ponchada y así pudieron regresar a casa no sin antes prometer por las once mil vírgenes que le regresarían la “refa” al día siguiente.
Esta sí fue demasiada y patriótica pata de perro por esta semana.
POR JORGE ZAMORA