Todos los aspirantes a la candidatura oficial a la presidencia de la República en el ciclo priista recibían muy a tiempo un mensaje desde el Olimpo de Los Pinos: “pongan sus cosas en orden”, lo cual implicaba limpiar expedientes, ocultar la basura debajo de la alfombra y mantener el control del currículum, porque la oposición y la prensa iban a buscar los esqueletos en el clóset.
En la política estadounidense existe un axioma que a veces llega a ser fundamental: “si quieres conocer el pasado oculto de una persona, hazlo candidato porque oposición y prensa desenterrarán a sus muertos”.
La candidatura de la senadora panista-no/panista surgió del impulso iniciado en Palacio Nacional para crear una adversaria a modo, los grupos opositores cayeron en la trampa y prácticamente cacharon a la política foxista y la lanzaron al ruedo sin “poner sus cosas en orden” y confiados en que cualquier denuncia en contra de la aspirante sería abanicada con el argumento de que “le tienen miedo y están temblando”.
En política existen otras reglas del debate mediático. A la senadora Gálvez le están saliendo muchos esqueletos de sus clósets: la casa roja, los videos donde ella en persona y con marro en las manos demolió departamentos y construcciones presuntamente irregulares y ahora está circulando la versión –fortalecida por el acucioso Marco Levario Turcott, de la revista etcétera, @Arouet_V– de la inflada carrera académica de la candidata opositora.
Toda la intelectualidad activista opositora ensalzó la cultura del esfuerzo en la figura de la senadora Gálvez, pero destacando de manera sobresaliente su carrera profesional y su título como ingeniera. Ante los datos probados de la realidad de su titulación profesional, la candidata opositora ha debido reconocer que no fue producto de un proceso académico regular, sino del mecanismo de titulación tardío con base en experiencia, aunque, de manera formal, el resultado es el mismo: un título profesional reconocido por la Secretaría de Educación Pública, pero con la aceptación de que fue a través de un trabajo superficial que son los reconocía la experiencia en la especialidad.
El debate sobre la titulación de la senadora Gálvez es más político que profesional, pero tiene como referente la forma en que se quiso cruzar la titulación de la panista-no/panista con especialización en ingeniería vis a vis la titulación tardía del presidente López Obrador como licenciado en ciencias políticas por la UNAM.
En todo caso, lo que destaca de este incidente es la manipulación del perfil social de la senadora Gálvez por parte nada menos que de la intelectualidad más rigurosa –el cardenista-foxista Ricardo Pascoe, el escritor-activista Héctor Aguilar Camín y el historiador Enrique Krauze–, quienes no regatearon adjetivos ni exaltaciones para destacar el esfuerzo de la candidata opositora para presentar una figura construida alrededor de elogios que no se habían visto en la intelectualidad mexicana en los últimos 50 años y casi elevarla a la categoría de Santa Evita. Un resumen del endiosamiento sin rubor de estos intelectuales sobre la senadora Xóchitl Gálvez lo publicó el miércoles el escritor Fabrizio Mejía Madrid en el sitio Sin Embargo (https://www.sinembargo.mx/20-09-2023/4411502).
Los puntos que ameritan mayor investigación sobre el pasado público de la senadora Gálvez son muy concretos: lo que no hizo por los pueblos indígenas en el foxismo racista, los beneficios irregulares obtenidos de su cargo como alcaldesa en Miguel Hidalgo, la adquisición de la ya famosa casa roja que oculta las mismas irregularidades que la Casa Blanca de Peña Nieto, los negocios que derivó como alcaldesa a sus propios negocios familiares de sus empresas y las indagatorias a otros beneficios empresariales obtenidos por su esposo como parte de la actividad pública de la hoy candidata opositora.
La indagación sobre irregularidades en las actividades públicas de la senadora Gálvez apenas están comenzando y estarían apuntando a disminuir su credibilidad, con la circunstancia agravante de que la respuesta despectiva de Xóchitl y sus promotores acreditando los ataques al supuesto “miedo” en Palacio Nacional a la conjeturada tendencia de votos creciente por la candidata opositora no alcanza para frenar la dinámica retroalimentadora de críticas políticas que ocurren en las redes sociales que exaltaron la aparición de una candidatura opositora y que ahora están destruyendo su credibilidad.
La inexperiencia política del grupo promotor de la candidatura de la senadora Gálvez no se preocupó por “ponerle las cosas en orden” antes de lanzarla a la disputa de callejón por la presidencia.
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Política para dummies: La política se nutre de la peor política.
Por Carlos Ramírez
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