La violencia dirigida hacia mujeres y niñas sólo por ser ellas, es impulsada por un sistema que facilita la impunidad de los agresores, la estigmatización social y la vergüenza que enfrentan las víctimas; una realidad que las afecta a lo largo de toda su vida. A nivel global, ONU Mujeres reporta que 736 millones de mujeres, casi una de cada tres, han sido víctimas; mientras que, en México, según datos del INEGI, siete de cada 10 mujeres han experimentado al menos un episodio de violencia en sus vidas.
La respuesta a esta problemática está siendo abordada por la campaña 2023 de ONU Mujeres, identificada con #NoHayExcusa, “¡ÚNETE! Invierte para prevenir la violencia contra las mujeres y las niñas”; cuyo objetivo es generar conciencia sobre la importancia de implementar estrategias para proteger a mujeres y niñas, subrayando que su costo no es un gasto, sino una inversión en el bienestar de toda la sociedad.
En México, el actual gobierno federal ha aumentado, en más del 500 por ciento, la partida destinada al “Anexo 13: Erogaciones para la igualdad entre mujeres y hombres”, alcanzando un récord histórico; es así que, para 2024, se ha aprobado un monto que supera los 409 mil millones de pesos, representando el 4.51% del presupuesto de egresos de la federación. Sin embargo, cerrar las brechas de género requiere de más recursos para apoyar el trabajo de organizaciones de mujeres, mejorar la legislación y vigilar su adecuada aplicación, proporcionar servicios para las personas sobrevivientes y brindar capacitación al funcionariado público, entre otras acciones necesarias.
La inversión se debe destinar para atender los efectos adversos de la violencia de género, más allá de atender la salud física y mental de las mujeres, sino para brindar más oportunidades educativas y laborales; especialmente, para grupos en situación de vulnerabilidad, como mujeres mayores, lesbianas, bisexuales, transgénero o intersexuales, migrantes y refugiadas, así como aquellas pertenecientes a minorías étnicas.
La violencia de género no solo perjudica a las víctimas directas, sino que también representa un costo para toda la sociedad. La inversión en la prevención es éticamente necesaria y, desde una perspectiva pragmática, contribuirá a construir una sociedad más justa, igualitaria y próspera.
Por lo que, si no hay un incremento significativo en los recursos económicos destinados a combatir esta pandemia, la promesa de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de no dejar a nadie atrás, no podrá cumplirse.
Reconozcamos que, proteger a las mujeres y a las niñas no es un gasto, es la mejor inversión: #NoHayExcusa.
¿Usted, qué opina?
POR NOHEMI ARGÜELLO SOSA