CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- En 2024 se llevará a cabo una de las elecciones más importantes en la historia del país, y en Tamaulipas todo estárá en juego, salvo la gubernatura que en el 2022 ganó Américo Villarreal Anaya en un proceso altamente polarizado.
Desde el gobierno priista de Manuel Cavazos Lerma, a pesar del monopartidismo autoritario la elección federal que ahora suma la disputa de ayuntamientos y Congreso Local, ha representado un reto para los mandatarios en turno.
El desmoronamiento de la hegemonía del partido que conservó el PRI por años propició una mayor competitividad por parte de la oposición, además del ascenso de figuras políticas ajenas a la estructura partidista conservada por décadas.
Y fue a partir de 2000, con la primera transición política en la que el PRI entregó el poder al Partido Acción Nacional, que la volatilidad en los resultados y los descalabros padecidos por el poder en turno escalaron. La llegada de Vicente Fox a la presidencia y su efecto político cambió por completo la forma de hacer política en el país, y en efecto, en el estado.
*Elección de 1995*
Durante el gobierno de Manuel Cavazos Lerma, las elecciones federales y locales eran diferidas por un año de diferencia. El “Efecto Colosio” impulsó las candidaturas del Revolucionario Institucional y sin problemas, el Senado lo ganó la fórmula priista de Hugo Andrés Araujo y Jorge López Tijerina.
El tricolor también obtuvo el triunfo en los nueve distritos federales. Pero un año después, los resultados no serían tan alentadores.
De los municipios de mayor población, Manuel Cavazos Lerma llegó al poder con Victoria en manos del Partido Acción Nacional en ese trienio quedó en manos del ahora diputado local de Movimiento Ciudadano, Gustavo Cárdenas Gutiérrez.
En la elección intermedia de 1995, el Partido Acción Nacional perdió la capital del estado pero ganó terreno en el sur y en la frontera.
En Matamoros, ganó el panista Ramón Sampayo Ortiz, y en Tampico, el PAN también se llevó el triunfo con Diego Alonso Hinojosa Aguerrevere. En otros municipios, el PAN ganó en Miguel Alemán, Camargo, Díaz Ordaz y Valle Hermoso.
El panismo también obtuvo el triunfo en distritos locales importantes como el I correspondiente a Tampico, el VII de Matamoros, el XV de Tampico y el XVIII de Matamoros.
En la antesala del fin al régimen de partido, el priismo tamaulipeco perdía dos de las ciudades más importantes del estado.
*Elecciones de 2000 y 2001*
Tomás Yarrington llegó al poder en 1998 en medio de la turbulencia política que se daba en el PRI nacional debido a la “sana distancia” que impuso el expresidente Ernesto Zedillo Ponce de León con la cúpula del partido.
Para el tricolor, la elección fue de trámite y prácticamente obtuvieron el “carro completo”. De los 43 municipios, lograron 40 y ninguno para el Partido Acción Nacional. En el Congreso Local, ganaron en 16 de los 19 distritos electorales.
En la elección de 2000, el escenario fue distinto. El efecto Fox le arrebató al priismo tamaulipeco los distritos federales 1 y 2 correspondientes a Nuevo Laredo y Reynosa, y el 8 de Tampico. El descalabro no fue mayor gracias al triunfo que obtuvo para el Senado la fórmula conformada por Oscar Luebbert Gutiérrez y Laura Alicia Garza Galindo.
En la elección local de 2001, el tropiezo fue mayor. El PRI solo obtuvo 36 ayuntamientos y entre el PAN, el PRD y el PT se repartieron siete.
Acción Nacional ganó en Mante con Fernando Pedraza, en San Fernando con Juan José Galván, en Soto la Marina con Juvenal Martínez, en Tampico con Arturo Elizondo y en Xicoténcatl con César “El Truco” Verástegui.
El PRD ganó en Madero con Joaquín Hernández Correa, hijo de “La Quina”, y el PT en Río Bravo con Juan Antonio Guajardo Anzaldúa.
En la escena política tamaulipeca emergieron nombres dentro de la oposición que, tiempo después, serían operadores clave para la transición política del PRI al PAN y en la llegada de Morena al poder.
*Elección 2006: el descalabro geñista*
La llegada de Eugenio Hernández al poder en 2004 rompió con todos los pronósticos que vaticinaban una catástrofe priista, producto de las pugnas internas entre el priismo desplegado en los estados de la República en el ocaso del sexenio foxista.
Yarrington se decidió por Hernández Flores como su sucesor que despuntaba como el favorito a pesar del despliegue de Homero Díaz que recorrió todo el Estado en una abierta campaña que parecía perfilarlo como el favorito.
El carisma de Eugenio Hernández le ayudó a ganar simpatizantes por todo el estado con facilidad y solo tuvo fricciones desde un inicio con el panista Francisco Javier García Cabeza de Vaca, en ese entonces alcalde de Reynosa, impulsado en sus inicios por Gustavo Cárdenas con quien después terminaría enemistado.
El PAN conservó el poder en Tampico, Reynosa y Valle Hermoso, y además ganó Aldama.
Pero en 2006, el PRI colapsó a nivel nacional por las pugnas entre Madrazo y el TUCOM, y el geñismo sufrió un descalabro en la intermedia Federal entre las impugnaciones del PRD de Andrés Manuel López Obrador y sus aliados, por el supuesto fraude cometido en el proceso.
La fórmula propuesta por “Geño”, integrada por su entonces entrañable amigo José Manuel “El Güero” Assad y la reynosense Amira Gómez Temue, perdió frente a Julián Sacramento y el fallecido neolonés Alejandro Galván.
El favorito de Eugenio era Assad pero Amira se colocó en la fórmula de tal manera que perdieran o ganaran sería senadora.
En la lucha por las diputaciones locales, el PRI terminó en la lona. El PAN ganó en los distritos 2 de Reynosa, 3 de Río Bravo, 4 de Matamoros, 7 de Madero y 8 de Tampico.
Cabeza de Vaca llegó a San Lázaro e inició el ascenso de su carrera que terminaría años después en la gubernatura de 2016.
En la intermedia local de 2007, Acción Nacional se refugió en municipios rurales (Abasolo, Antiguo Morelos, Gómez Farías, Güémez, Llera, Méndez, Nuevo Morelos, Soto la Marina, Valle Hermoso y Xicoténcatl) y avanzaron en el Congreso Local con ocho escaños.
Aunque no fue un resultado catastrófico, aún padecían los estragos de 2006.
*Elección 2012: el ascenso del del cabecismo*
El priismo de Eugenio Hernández presumió en 2009 su “carro completo” tras ganar los ocho distritos federales e intentaba consolidar la fuerza de su grupo con la gubernatura de 2010.
Fue una elección fácil en operación política pero muy complicada por la inseguridad que estalló en cada rincón del estado. Las pugnas entre grupos delincuenciales desataron una ola de asesinatos y enfrentamientos por todo el estado.
El 28 de junio de 2010, días previos a la elección, un comando armado asesinó a Rodolfo Torre Cantú cuando se diría al aeropuerto de Victoria para volar a Matamoros.
Su hermano Egidio llegó a la gubernatura del estado sin ningún compromiso establecido, ajeno al grupo político “geñista” y a cualquiera del priismo tamaulipeco de ese momento.
Egidio Torre Cantú llegó al poder y congeló la relación con Eugenio Hernández. En la elección federal de 2012, Egidio impulsó la fórmula para el Senado integrada por el exgobernador Manuel Cavazos Lerma y Guadalupe Flores.
El descontento que provocó la postulación y la persecución iniciada por el gobierno de Felipe Calderón en contra de los exgobernadores Tomás Yarrington y Eugenio Hernández culminó en la derrota frente a Francisco Javier García Cabeza de Vaca y Maki Ortiz, ya enfrentados por las irregularidades presentadas por Ortiz en el proceso de selección de candidatos que la arrojó como segunda opción de la fórmula.
Acción Nacional ganó además los distritos federales 1 de Nuevo Laredo, 2 de Reynosa, 3 de Río Bravo, 4 de Matamoros, el 7 de Madero y el 8 de Tampico.
En la elección local de 2013, sin embargo, el priismo egidista tuvo un respiro que solo fue ensombrecido con las derrotas en Nuevo Laredo con el entonces panista Carlos Cantú Rosas y en Matamoros con la llegada al poder de Leticia Salazar.
El PAN sumó además los ayuntamientos de Antiguo Morelos, Mier, Miguel Alemán, Miquihiuana y Xicoténcatl.
Aunque el PRI conservó la mayoría en el Congreso, el PAN ganó 10 escaños.
En 2016, en Tamaulipas, terminaron los 83 años de régimen priista. La inseguridad provocó otros problemas como secuestros, extorsiones y desapariciones, detonando un hartazgo social generalizado.
Las pugnas internas entre egidistas, tomasistas y geñistas, los escándalos de corrupción que exhibieron al “Nuevo PRI” de Enrique Peña Nieto y la selección de Baltazar Hinojosa, ajeno a las simpatías de Egidio Torre, catapultaron a Francisco Javier García Cabeza de Vaca a la gubernatura del Estado con un resultado hasta entonces récord e histórico.
La versión generalizada entonces era que el secretario de gobernación Miguel Osorio Wong, obsesionado con ser el sucesor de Peña Nieto y encargado de negociar la reforma energética, entregó al PAN gubernaturas, entre ellas la de Tamaulipas.
Pero en teoría, Tamaulipas iniciaba el camino a la democracia de manera paralela al desmoronamiento de todo el aparato priista. El exgobernador Egidio Torre mudó su domicilio a San Pedro Garza García, y el grupo político cabecista, apoyado por un sector del calderonismo, culminó la cacería de exgobernadores priistas que inició desde 2011.
Eugenio Hernández Flores y Tomás Yarrington Ruvalcaba fueron arrestados. El victorense por las autoridades estatales y Yarrington por la Interpol en Europa. Las dos figuras más fuertes del priismo tamaulipeco quedaron inhabilitadas.
Aunque el gobierno cabecista mantuvo al margen a los grupos más importantes del priismo, no fue suficiente para concentrar el poder y un nuevo actor entró en escena: el morenismo tamaulipeco.
*Elección 2018: la fiebre morenista*
En la elección de 2018 empataron con la elección de ayuntamientos. La del Congreso Local se postergó hasta 2019.
Francisco Javier García Cabeza de Vaca impulsó desde un inicio la candidatura al senado a su hermano Ismael de la mano de María Elena Figueroa Smith. Meses previos a su postulación a la presidencia del país, como precandidato, Andrés Manuel López Obrador manifestó sus simpatías con el doctor Américo Villarreal quien sería el abanderado de Morena para el senado junto a la maestra Lupita Covarrubias.
En la elección presidencial, Andrés Manuel López Obrador fue electo presidente de México y en gran parte del país Morena acaparó los puestos de elección popular, como sucedió en Tamaulipas.
En los resultados preliminares, Ismael García Cabeza de Vaca ganó la elección y tras una serie de impugnaciones llevadas a cabo por Morena ante las autoridades electorales y el recuento de votos, terminaron por darle el triunfo a la fórmula de Américo Villarreal y Lupita Covarrubias.
El recién llegado panismo perdió también el control de Matamoros con el triunfo de Mario López y en Ciudad Madero de Adrián Oseguera.
En 2019, el PAN recuperó los espacios perdidos, lo que le permitió ejercer el poder a plenitud.
En las elecciones de 2021 y 2022, Morena ganó terreno y propició la llegada de la 4T a Tamaulipas de la mano del entonces senador Américo Villarreal.
Las elecciones intermedias desde 1995 arrojaron resultados que no fueron favorecedores para el poder en turno.
Ni en el régimen priista ni en la alternancia cabecista los números han favorecido del todo al partido en el poder y dieron entrada para que nuevos actores políticos ocuparan espacios en la política tamaulipeca.
En la elección de 2024, histórica por toda la concentración de puestos en juego, el gobierno de Américo Villarreal enfrenta una prueba que en número y en línea de tiempo pronostica un escenario complicado, sobre todo por la pelea entre las tribus morenistas, para un gobierno que recién inicia su segundo año en el poder.
Por Alfonso García Rodríguez
Expreso – La Razón*