El 19 de marzo, Día del Hombre, se conmemora, no se festeja ni se celebra o felicita, ya que se trata de una fecha que nos llama a la reflexión, a hacer conciencia de sus problemáticas que los aquejan por el simple hecho de ser hombres, así como a activar los mecanismos y acciones que permitan resolverlas. Problemas que están vinculados a las expectativas culturales y sociales sobre lo que significa ser un “hombre de verdad”.
Y es que, para un hombre con una masculinidad tradicional y hegemónica, mostrar sus debilidades no es una opción, lo que lo aleja de los servicios de salud y deriva en enfermedades y complicaciones médicas evitables.
La masculinidad hegemónica en México promueve un estilo de vida poco saludable, caracterizado por comportamientos temerarios, prácticas de riesgo, hábitos alimenticios deficientes, consumo excesivo de alcohol, tabaquismo y una falta de autocuidado.
La presión para cumplir con las normas predefinidas de la masculinidad dominante también ejerce un impacto negativo en la salud mental de los hombres, quienes a menudo reprimen sus emociones, evitan buscar ayuda profesional y se resisten a expresar sus sentimientos, lo que puede desencadenar problemas como depresión y ansiedad.
Según la Organización Mundial de la Salud, en casi todos los países del mundo, los hombres tienen mayores probabilidades que las mujeres de morir antes de cumplir los 70 años. A lo largo del curso de la vida, la mortalidad es mayor en los hombres que en las mujeres y, en general, la esperanza de vida de los hombres es menor en todo el mundo. En comparación con las mujeres, los hombres tienen una tasa de mortalidad por causas externas cuatro veces mayor y un riesgo siete veces mayor de ser víctimas de homicidios.
Un dato estrechamente relacionado con la falta de atención médica oportuna es que el 36% de las muertes en hombres son evitables, en comparación con 19% de las muertes en mujeres; el permitir la atención médica a sus lesiones o enfermedades es pieza clave en la disminución de esta tasa de mortalidad.
Por otro lado, la masculinidad tóxica también se asocia con la violencia interpersonal, incluyendo homicidios y traumatismos, que también provocan complicaciones de salud y muertes prematuras.
Los estereotipos y roles de género, aunque a menudo se perciben como dañinos para las mujeres, también afectan profundamente a los hombres. Es urgente reconocer sus efectos negativos en todas las personas y trabajar para modificar las normas y estructuras que perpetúan las desigualdades de género.
El “Día del Hombre” que se conmemoró el día de ayer, nos dejó una invitación a reflexionar sobre cómo avanzar hacia una masculinidad más inclusiva, donde la expresión emocional, el autocuidado y el acceso equitativo a la atención médica se reconozcan como elementos fundamentales de una vida más saludable para esos los hombres y, a la vez, hacer un llamado a “hombres de verdad” para que se liberen de las limitaciones impuestas por los estereotipos de género y que se permitan convertirse en hombres plenos y sanos, en verdaderos hombres.
¿Usted, qué opina?
POR NOHEMI ARGÜELLO SOSA