Después de la tormenta viene la calma, dice el adagio que aplica al proceso de selección de candidatos para las próximas elecciones.
Después de una guerra frontal entre aspirantes, una vez levantada la mano del elegido. Llega el momento de llevar esto al siguiente nivel “ganar la elección”. Para lograrlo, se debe hacer todo lo que sea necesario, y una estrategia clave en este esfuerzo es la famosa “Operación Cicatriz”, que busca sumar esfuerzos en la misma dirección.
La “Operación Cicatriz” surge como herramienta fundamental, donde el objetivo es sanar las divisiones y unificar a los distintos sectores dentro de un partido.
Esta estrategia implica la integración de los aspirantes que no resultaron seleccionados para candidaturas, reconociendo su valor y asegurando su participación activa en el proyecto político ganador.
El fin último es consolidar un frente unido, capaz de movilizar a todos los simpatizantes y seguidores hacia un objetivo común: el triunfo electoral.
La “Operación Cicatriz” no solo busca enviar un mensaje de unidad, sino también fortalecer el proyecto político al sumar las fuerzas de todos los involucrados, evitando así la dispersión de apoyos o la migración hacia los proyectos de los adversarios. Un claro ejemplo de esta estrategia, se observa en la campaña presidencial de Morena rumbo a las elecciones del 2024.
Tras la designación de Claudia Sheinbaum como la candidata del partido, figuras como Marcelo Ebrard, Adán Augusto López, Ricardo Monreal, Gerardo Fernández Noroña y Manuel Velasco, quienes también aspiraban a la candidatura, fueron integrados en roles significativos dentro de la campaña y aseguraron su lugar en el Congreso a través de las listas de candidatos plurinominales.
Esta maniobra no solo demostró la capacidad del partido para sobreponerse a las rivalidades internas, sino que también estableció un modelo de colaboración y unidad frente al electorado.
Con el arranque de las campañas presidenciales y federales en abril, el panorama político se prepara para un nuevo capítulo con el inicio de las campañas locales, las últimas en sumarse a la contienda electoral más grande de la historia de México. Donde se elegirán, además del próximo presidente o presidenta de la república, 128 senadurías, 500 diputaciones federales y más de 19 mil cargos locales, incluyendo 9 gubernaturas, la jefatura de gobierno de la Ciudad de México, congresos locales y ayuntamientos.
Las definiciones de candidatos a nivel local continúan su curso, y con ellas, la necesidad de aplicar la “Operación Cicatriz”. La integración de liderazgos locales que no obtuvieron candidaturas en posiciones estratégicas dentro de los proyectos políticos es crucial para mantener la cohesión y el impulso hacia la victoria. Esta estrategia se convierte en un pilar para construir campañas locales fuertes, capaces de enfrentar y superar los desafíos electorales mediante la unidad y el trabajo conjunto.
La “Operación Cicatriz” trasciende el mero acto de reconciliación interna; es una declaración de madurez política y visión estratégica. “No hay fuerza más poderosa que un pueblo unido en torno a una causa común,” como bien señaló Benito Juárez. En el panorama electoral de 2024, donde la política mexicana se juega en múltiples frentes, la capacidad de los partidos para implementar con éxito esta operación podría ser el factor decisivo no solo para ganar elecciones, sino para consolidar un proyecto de nación. La unidad, entonces, es más que una estrategia; es una necesidad para cualquier fuerza política que aspire no solo a gobernar, sino a transformar.