El primero de los tres debates de los candidatos presidenciales cumplió las expectativas en cuanto al desarrollo de los tres aspirantes: Claudia Sheinbaum inamovible en su narrativa alineada con la misma de Andrés Manuel; Xóchitl esforzándose en instalar la propia con ideas atractivas y Jorge Álvarez Maynez, intentando visibilizarse.
Interesante casi desde los primeros minutos, el ejercicio de comparecencia organizado por el Instituto Nacional Electoral (INE) permitió a los ciudadanos ver a las dos candidatas y al aspirante planteando propuestas, haciendo acusaciones y tratando de defenderse.
Aunque en tiempo real en redes sociales como X hubo quienes de un bando y otro dieron como ganadoras a Claudia Sheinbaum y a Xóchitl Gálvez, la percepción que generó el debate entre amplias franjas de la población fue distinta, dependiendo de las filias y fobias de cada uno.
Por supuesto, algunas televisoras y medios realizaron posteriormente lo que llamaron mesas de análisis en las que, también de acuerdo con las inclinaciones de los panelistas, dieron como ganadora a la candidata que consideraron triunfadora.
Al único que nadie tomó en cuenta como posible ganador fue al de Movimiento Ciudadano, Jorge Álvarez Maynez.
El debate presidencial tuvo problemas desde el inicio por las fallas en la aparición del cronómetro, lo que generó confusión entre los candidatos, porque no tenían certeza clara del tiempo que les tocaba utilizar para sus presentaciones.
En lo general, cada quien puede tener una apreciación personal, subjetiva y hasta sesgada de lo que fue el primer debate, pero una evaluación fría que se realice nos dice que en términos generales el debate no sirvió de gran cosa.
La rigidez del formato, la facilidad con la que tanto Sheinbaum como Xóchitl evadieron responder algunos señalamientos y el radicalismo entre quienes de entrada definieron el debate como el contraste de propuestas de dos estilos diferentes de llevar la conducción del país, no dejaron espacio para mucho.
Para los morenistas y afines a Andrés Manuel, la ganadora fue Sheinbaum, por más que no quiso, no supo o no pudo responder las preguntas sobre si investigaría los presuntos actos de corrupción de los hijos del Presidente.
O sobre los nulos resultados en materia del funcionamiento del sistema público de salud, o la falta de transparencia en la asignación directa de contratos.
Y hasta las que tuvieron que ver con los lamentables hechos en los que murieron personas en accidentes del metro o del Colegio Rébsamen, durante la gestión de Claudia en la Ciudad de México.
Igual, para los panistas y simpatizantes de Xóchitl ella fue la ganadora, aunque en algunos temas como los de ser presunta beneficiaria del llamado “cártel inmobiliario” que le recetó Claudia.
O los señalamientos de Jorge Álvarez de que en los gobiernos de Fox y Calderón hubo corrupción e ineficiencia.
¿Quién ganó el debate? Esa pregunta se la hicieron muchos y se la siguen haciendo, con las respuestas que a cada persona mejor le parece: Para unos, decía, ganó Claudia, para otros Xóchitl. Los menos, muy pocos, dicen que Álvarez, el de MC.
El debate sobre quién ganó y quién perdió continuó después del ejercicio que hizo el INE y fue llevado a X, a otras redes sociales, a grupos de mensajería instantánea y hasta televisoras.
Dependiendo de los intereses grupales, políticos o individuales, cada quien dio por ganadora a quien quiso, pero las encuestas hechas -por supuesto, más de una truqueada-, también mostraron distintos resultados.
¿Qué fue lo llamativo? Que Sheinbaum optó por evadir responder preguntas directas como si investigaría a los hijos del Presidente, señalados por presuntos actos de corrupción, así como los que mencionaron la ineficiencia del gobierno federal en el combate a la violencia y la inseguridad, los feminicidios, el fracaso del sistema de salud o la falta de transparencia.
La candidata oficialista se mantuvo en su posición irreductible de culpar de lo malo al pasado y prácticamente se dedicó a administrar su sólida ventaja, según la mayoría de las encuestas.
Sin embargo, la percepción por encima fue que Sheinbaum se vio desubicada, incómoda, molesta, hasta quejosa por el tema del cronómetro.
Evasiva, pero inteligentemente para no morder los anzuelos que le lanzó Xpochitl, aunque con ello diera la impresión de querer eludir la parte de la responsabilidad que le corresponde como continuadora del proyecto de Andrés Manuel.
En síntesis, cada bando, cada político, funcionario, cada simpatizante oficialista u opositor, cada radical de uno y otro grupo, va a salir a decir que su candidata ganó. Cada quien, de acuerdo con sus simpatías o sus intereses.
LAS ENCUESTAS AL GUSTO
Hasta en eso debe haber límites: Electoralia, la empresa del priísta Ricardo Gamundi Rosas -exfuncionario de Eugenio “El Geño” Hernández Flores, presuntamente hizo una encuesta telefónica en donde da como ganadora por amplísimo margen a Sheinbaum.
Es como las que mandó hacer el PAN, en donde Gálvez apareció muy por encima de Claudia.
La diferencia es que no es la primera vez que Gamundi hace supuestas encuestas que favorecen increíblemente a los candidatos morenistas, de tal manera que carecen precisamente de esa credibilidad.
Además, el exfuncionario priísta de “El Geño” ha admitido abiertamente ser consultor de gobiernos morenistas en el país. Así, ¿cómo?
ESCOTILLA
Ya se había dicho: El tema de la postulación del expresidiario Eugenio “El Geño” Hernández como candidato del Verde al Senado, con el aval de la Cuatroté, le iba a causar problemas a Sheinbaum y eso se vio en el debate.
Flaco favor le hicieron al proyecto del Presidente con mandarlo a competir, sobre todo porque los mismos números dicen que no levanta y puede arrastras hacia abajo la intención de lograr el llamado “Plan C”.
Por. Tomás Briones
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