TAMPICO, TAM.- El oficio de sastre cada vez se ve muy poco en la zona sur de Tamaulipas, las nuevas generaciones pasan por alto esta actividad que por muchos años ayudó a muchas personas a vestir bien.
José Hernández, se dedicó a esta labor desde los 12 años, mencionó que perdió a sus padres y tras encontrarse con unos sastres tomó otro rumbo su vida.
Pese a ser un adolescente, sabía que tenía que salir adelante para alimentarse y para dejar un gran legado, por eso, no dejó atrás sus objetivos.
Poco a poco fue cumpliendo sus metas, actualmente tiene 63 años y más de 40 de servicio, es un experto, aunque su humildad diga lo contrario.
«Quedé huérfano y llegué con estas personas que me arroparon. Yo trabajé con una persona, crecí ahí y por eso lleva el mismo nombre la sastrería, soy agradecido, él decía que yo era la segunda generación, ya no vive».
Fue hasta 1978 cuando se independizó.
¿Ama su trabajo? «Gracias a Dios sí, aquí me dio todo, no riqueza pero sí alimento, vivienda, una familia que saqué adelante», dijo.
Actualmente aplica más composturas y hechuras, muy poca gente quiere que le hagan un traje coordinado.
«Pido material, me gusta tal tela y hago ropa, a estilo de aquellos tiempos, porque llega mucha gente grande, hablo de 80 años».
Hernández, trabaja en un taller ubicado en la calle Sor Juana Inés de la Cruz de la zona centro de Tampico.
Telas, hilos, agujas y dos máquinas de los años 60’s lo acompañan.
Cada vez hay menos sastres
En la ciudad quedan pocos sastres, por diferentes motivos algunos han decidido dejar todo en el camino.
Para José Hernández, es parte de su vida y no está en sus planes dejarlo, al contrario, tiene más energía para hacer lo que más ama.
«En aquellos tiempos era el auge de la sastrería, yo estaba muy joven, aquí había mucho trabajo, no había tantas tiendas, solo Sears y otras tienditas que ya desaparecieron».
«Ya no hay sastres, ayudantes, los jóvenes no quieren, los hijos no quieren saber nada», agregó.
Durante pandemia pensó que todo acabaría, no había clientes y las condiciones no eran aptas para abrir su negocio, los protocolos eran muy estrictos.
«La única vez que dije yo cierro fue en esta pandemia, bajó bastante, cerré un mes. No me desesperé, ahorita ahí va todo».
«Orgullosa de mi papá»
Elizabeth Hernández Aniceto, es hija del señor José Hernández, quien está orgullosa del legado que ha hecho a través de mucho esfuerzo.
«Yo estoy bien orgullosa de mi papá, lo admiro mucho, a veces digo ¿pa no estás cansado?, llueve, truene ahí está».
Comentó que es estilista y que sin importar el giro de su negocio, la forma de trabajar de su padre es de admirar ya que no cualquiera dura tanto tiempo haciendo lo mismo.
«Responsabilidad y constancia, son las características de mi papá, es bien responsable, es una persona fuerte, sigue ahí adelante».
Agregó que viven en Monte Alto, Altamira; sin importar la distancia sale de su hogar en busca de llevar el pan a casa todos los días.
Por Javier Cortés
Expreso La Razón