En el arte encontramos el universo de pasiones que bajan y suben en el edificio corporal. Ya en la academia, ya en el amor que vertebra el ser de los artistas.
Las pasiones abundan y dibujan a los artistas en su interioridad y expresión, donde no se sustraen de lo trágico y lo bello, de una existencia arrebatada, no es propia de los artistas plásticos, las pasiones abundan en muchos creadores que fecundan el alma y corazón.
Michenlangelo Merise de Caravaggio, “El Caravaggio,” artista del barroco, es un ejemplo extraordinario de la pasión, de la arrebatada pasión de su pincel pero también de su control de los trazos en una iluminación de su locura, que lo conduce a grandes obras maestras en su tiempo.
El amor y la locura van de la mano de muchos artistas, poetas, escritores y ante esa página de sensibilidad de su alma se han escrito y expresado las historias de las pasiones que conmueven a nuestros sentidos.
Así, un artista extraordinaria fuera de los faces formales de la academia, es muy significativa la obra del pintor Egon Schiele, – 1890-1918, artista Austriaco, donde la pasión por el desnudo entraña un amor convulsivo y una fijación corporal de extrema abundancia estética.
Ergon Schiele, no es el único en una caravana de artistas en tisis los tiempos que han pintado y dibujado al cuerpo con pasión y entrega, pero si es quien mis conmueve en sus líneas a la manera de un cartonista, de un dibujante de lo voluptuoso en un marco de lo poético erótico.
Cuando se observan sus dibujos, la gesticulación de sus rostros y la largueza de sus manos no son ninguna alegoría, es la trascendencia del goce primitivo de la fase corporal donde el deseo recorre los campos abiertas de la piel.
He sido por mucho tiempo un fecundo seguidor de su poética al dibujar y la suave y violenta conducción de su pincelada en tranquilidad y el dominio de sus instintos, de su compartimiento con las cosas que ve en el cuerpo de una mujer como un cauce vibrante y poético, con una sensación que rebasa los límites de su control de apreciación del cuerpo humano, este de la mujer, en la grandeza del instante erótico, en la aprisionada belleza de su contorno, en la ligereza de soluciones pictorucas que atraen a un espectador que disfruta de su narrativa.
La historia de las artes revela los grandes momentos de los artistas ante el cuerpo al desnudo, ya en su disciplina académica o expresiones libres, pero pocos, y quizás el único como Ergon Schiele, quien nos lleva el cuerpo en la escena de los instintos y la belleza del amor como encuentro de la luz del erotismo.
No es el contorno, es su línea en llamarada y expresiva la que nos conduce a las pasiones y a la belleza fecunda de los movimientos corporales.
Estar ante una obra de Schiele es acercarnos a Eros por los caminos del color acuarelado, en sombras y luces en gesticulaciones totales, en los laberintos corporales donde las señales nos erizan la piel.
Ciertamente que es una poética corporal de composición a nuestros sentidos. He tomado algunas imágenes del libro de Wolfgang Georg Fischer, de la Editorial Benedikt Tasken, en una preciosa edición en español de esta poética que revela y asombra, esta mirada del placer estético de un artista extraordinario que nos lleva al dibujo del desnudo con una pasión poética y deslumbrante.
Tras la mano de un pintor de desnudos se esconde la mano que acaricia el cuerpo abundante de señales que cautivan al pintor.
Artista y modelo congenian y son causa de una poesía que se teje ante la mirada del pintor que intuye y adivina el otro cuerpo que rompe su travesía en el instante amoroso.
Los artistas son los cautivadores de las formas per son descubridores de las otras formas no pensadas, el desnudo en el arte no es una sublimación académica es el encuentro del amor y la pasión que se vertebra en la mirada del artista con todos los sensores y erotismos, el desnudo es al fin un seguimiento del corazón y del placer. Al fin ser, único ser.
Por Alejandro Rosales Lugo