El Caminante buscó en su lista de contactos el número de Doña Cristina, una señora que prepara muy buenos tamales en hoja de plátano y en hoja de acelga.
La llamada entró y el celular aquel todo estrellado empezó a timbrar. Sorpresivamente respondió una voz de mujer joven en vez de la de una señora de 46 años.
– Hello, ¿who is this? – dijo la juvenil voz en perfecto inglés, a lo que el Caminante trató de contestar correctamente. – jeee ¿…lou? – ¡Dame acá ese celular huerca babosa! – se escuchó por la bocina exclamar a doña Cristina – ¡buenooo si! habla Cristina.
– Doña Cristina soy yo su ‘ex vecino’, para ver si hoy hizo tamales, quisiera una docena de hoja de plátano …¡mitad puerco y mitad pollo!
– Si, si tengo pero no tengo con quien mandárselos ¿podría pasar por ellos? – Ah si, no se preocupe ahí paso por ellos en media hora.
Intrigado por la extraña llamada, el Caminante colgó y minutos después subió a su bicicleta y partió rumbo a la casa de Doña Cristina, que recién se había mudado a dos colonias de distancia, allá por el sur de la capital.
Tras pedalear unos minutos finalmente llegó al domicilio de su ‘ex vecina’. Se detuvo frente a la casa y tras tocar el timbre dos veces, desde una ventana de la segunda planta se asomó sin hablar, una persona como de 15 años. – ¡A’i voooy! – gritó doña Cristy e instantes después salió por la puerta cargando una bolsa de plástico con los sabrosos tamales que ella sabe hacer envueltos en papel aluminio.
– ¡Ah ya ve! me dijo que no tenía con quien mandar los tamales y ahi clarito vi a su hijo – reclamó burlonamente el vago reportero. – Nombre no es hijo, es m’ija Naxhieli, la que acaba de salir de la secundaria.
– ¡Ups! discúlpeme pero ‘deatiro’ pensé que era un muchachito. – ¡Ay ya ni me diga! ¡Ya no sé qué hacer con esta muchachita! todos los días sale con algo nuevo.
Ahorita por ejemplo no quiere hablar más que en inglés. – ¿Está estudiando en alguna escuela de inglés? porque si es así es muy normal que los profesores les pidan practicarlo – le comentó el Caminante.
– Ojalá eso fuera, pero no, anda con esa mafufada porque dizque lo vio en un reto de ‘tictoc’ y ahora ya no puedo ni mandarla a las tortillas porque ni caso me hace.
– ¡Ah caray! bueno pero pues ya se le pasará, a esa edad uno agarra muchas ondas raras siempre – la consoló el Caminante.
– Hubiera visto con lo que salió hace unos meses. – ¿Pues qué hacía o qué? – preguntó intrigado el Caminante.
– ¡Ay no hasta pena me da! pues quesque ya no iba a comer nada ‘que hubiera sufrido’ osea ni pollo, ni res, ni puerco, ni pescado ¡ni huevos! y se me empezó a poner muy flaquita, luego quesque un reto de andar en la casa con una venda en los ojos.
– ¿Como en ‘Birdcage’? – ¡Esa misma palabrita me decía ella! ‘virqueich’ pero ya después de darse dos porrazos, uno en la escalera y el otro en el baño dejó de hacerlo.
Pero eso es lo que menos me preocupa oiga – dijo la señora al tiempo que se le quebraba la voz – ahora salió con que no se siente mujer.
– ¿Entonces qué se siente? ¿hombre? – Al principio que era ‘nombinario’, luego que es mitad ‘trans’ y mitad ‘fluido’ y que siempre si es mujer, pero que cis-género ¡ay no! ¡si viviera mi difunto esposo quién sabe como le iría con su papá! – No se preocupe doña Cristy, esas ideas ahora son normales, incluso aceptadas, yo se que a usted o a mi nos suenan difíciles de comprender, pero no hay nada de qué alarmarse.
– Es lo que me dice mi cuñado, que son etapas de ‘la chaviza’ de hoy, pero por ejemplo, ella en su ‘guasap’ y en su ‘feis’ pone unas fotos muy arregladas con muchos filtros, y tan es así, que ya no quiere salir a la calle, porque ya casi no se parece nada a las fotos que publica, luego se pasa semanas en su cuarto ¡ni se baña! ¡y tengo mucho miedo que se me vaya a ‘chisquear’! – No creo que eso pase, pero como es menor de edad, si tiene usted la responsabilidad de acercarla a un terapeuta, alguien que le ayude a organizar sus ideas.
– ¿Como un psicólogo? una sobrina de mi comadre es psicóloga, se me hace que voy a platicarlo con ella. – ¡Ándele muy bien! pero no se altere, todo a su tiempo toma su lugar y le aseguro que su hija no tiene nada malo, solo necesita un poco de atención.
– ¡Ay vecino muchas gracias! deveras que me quita usted un peso de encima ¡Ya no hallaba a quién platicárselo pero con seriedad.
El Caminante se despidió de Doña Cristina y se retiró. Ojalá logre comunicarse con su hija y llegar a un entendimiento sin etiquetarla con ideas dañinas. Demasiada pata de perro por esta semana.
POR JORGE ZAMORA