En la víspera iniciaron campañas los candidatos al Congreso local y los 43 ayuntamientos.
Todos, supongo.
Sin embargo, ninguno de los siete partidos políticos registrados ante el Instituto Electoral de Tamaulipas (IETAM) –en alianza parcial y/o solos– ha expuesto puntualmente su plan de acción, aun cuando, de antemano existe un cartabón diseñado (por las mismas dirigencias partidistas) para que los contendientes (en 45 días) se auto-promocionen en la prensa.
Se supone que la cobertura oficial de cápsulas, en televisión y radio, le corresponde administrarla a la autoridad electoral.
De cualquier forma, es oportuno aclarar que toda campaña política entraña la difusión de las propuestas, acciones, el perfil y proyecto del candidato en turno.
Por tanto, en su promoción, los abanderados no deben soslayar la importancia de los medios de comunicación masiva impresos, porque estos son valiosos instrumentos para que el receptor de sus proyectos conserve vivas sus propuestas, pues probado está que un periódico se conserva en casa durante un buen tiempo, mientras los impactos audiovisuales se diluyen al día siguiente de haber sido transmitidos.
Como fuere, en este proceso electoral, los estrategas de cada equipo obligados están a penetrar con mensajes persuasivos en los diversos públicos para ganar su anuencia.
En caso contrario toda acción proselitista que no se vea reflejada en los espacios mediáticos perdería la oportunidad de propagarse y convencer al electorado, que, al final de cuentas, es el objetivo central de cualquier contienda.
De ahí que ningún candidato con visión integral deba prestarse al juego de marginar a la prensa impresa, a menos que el propósito de sus operadores sea atentar contra el proyecto que dicen representar en una justa donde el adversario sí busca ganar espacios mediáticos que lo fortalezcan.
Acudo a este comentario por saber que en más de un comité de campaña –de los distritales y municipales, por supuesto–, subyace la tentación de minimizar la importancia de los comunicadores y de las empresas que éstos representan, pues de plano no le quieren invertir a una aventura que de antemano saben que les sería desfavorable.
Divulgación limitada
La apreciación limitada de algunos encargados de la imagen y el manejo informativo de las campañas, podría incidir negativamente en contra de los candidatos, toda vez que los candidatos empiezan a darse cuenta de que no es alejándose de la prensa como podrían lograr mejor posicionamiento.
Y hasta ya maduran cómo sacudirse la nefasta influencia de los supuestos comunicólogos contratados ex profeso o hacerlos cumplir cabalmente su trabajo.
Es que hoy, como nunca, nada está dado.
Menos cuando las preferencias ciudadanas cambian a diario.
De tal modo que un titubeo o una mala decisión pueden abonar el camino hacia la pérdida de imagen y credibilidad. O, en el menor de los casos, restarle votos tanto al partido o coalición, como a los candidatos.
En lo particular, convencido estoy que ninguno de los medios de comunicación masiva es absoluto, sino más bien complementario del extenso núcleo de la transmisión propagandística e informativa, pues cada cual tiene sus nichos bien definidos.
Cada uno juega un papel determinado y llega a públicos diversos y heterogéneos, de acuerdo a su propia naturaleza y arraigo, según el contenido que maneje, la objetividad que lo distinga y la confianza que le dispensen los receptores.
Los medios
Es la televisión, merced a sus ventajas audiovisuales, el medio de comunicación masiva que impacta contundentemente y posesiona de manera efectiva, aunque fugaz, al personaje que utiliza sus servicios.
Los mensajes emitidos por este conducto tienen que ver con la cultura del spot; frases cortas en las cuales poco se puede informar y comunicar, pero su impacto entre los receptores es generoso cuando la imagen va acompañada de un buen mensaje.
La radio también tiene sus bondades. Sobre todo, amplia penetración en zonas rurales y los núcleos urbanos populares, simultaneidad e instantaneidad del mensaje y bajo costo, comparada con la televisión
El formato que maneja para una campaña también es el mensaje corto, directo y concreto, buscando convencer al auditorio sin mayor explicación o análisis.
La Internet es otro importante vehículo. Tanto de comunicación como de información masiva, utilizado en las campañas políticas –a través de páginas web, los materiales de divulgación interactiva y el correo electrónico–, mediante el cual se envían boletines, crónicas y material gráfico a los comunicadores.
Merced a lo anterior, una estrategia seria, ordenada y que busque penetrar en los amplios núcleos sociales de manera contundente, por ningún motivo y bajo ninguna circunstancia debe mostrarse indolente hacia ningún medio de comunicación masiva,
No obstante, la torpe tendencia de querer privilegiar a unos cuantos órganos en detrimento de otros, podría provocar efectos boomerang.
POR JUAN SÁNCHEZ MENDOZA
Correo: jusam_gg@hotmail.com