MÉXICO.- El obispo emérito de Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel, rompió el silencio el pasado 8 de mayo a través de un comunicado difundido por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM). “Perdono a las personas que me han hecho daño y a las que me han revictimizado”, dijo el funcionario religioso luego de protagonizar un episodio extraño cuando hace 10 días su círculo cercano perdió su pista y denunció su desaparición. Ante esta situación, el monseñor Ramón Castro, reveló lo que podría ser una de las razones por las que no decidió seguir con el proceso legal.
En entrevista con el periodista Ciro Gómez Leyva, el monseñor Castro mencionó que el obispo Rangel no habría iniciado acciones legales contra sus presuntos secuestradores por temor de que atentaran en su contra. Cabe señalar que los supuestos agresores también habrían participado en el robo de sus cuentas bancarias. Incluso, condenó la campaña sucia que se encabezó desde Morelos para afectar la imagen del funcionario religioso.
¿Por qué habrían hecho una campaña negra contra el obispo?
Ramón Castro dijo que en el comunicado que lanzó el CEM en nombre de Rangel, hay una parte que le llama mucho la atención, donde menciona «en consecuencia integra y moral», por lo que el secretario cuestiona: ¿que quiere decir eso? Que está amenazado, que no quiere volver a pasar una situación similar”.
Castro ha destacado que una semana antes del presunto secuestro, Salvador Rangel era reconocido a nivel local y federal por el papel que había tomado como mediador entre grupos criminales en Guerrero. Se destacó su trayectoria en el ámbito religioso y su trabajo como negociador presuntamente que derivó en una tregua entre grupos criminales conocidos como «Los Tlacos» y «Los Ardillos».
¿Qué dijo el gobierno de Morelos del caso del obispo?
El obispo agradeció a las autoridades, tanto legales como eclesiásticas, la colaboración que han tenido en su caso e hizo énfasis en el maestro, Luis Gasca, su abogado. También expresó su gratitud con quienes se solidarizaron en su caso.
El pasado 2 de mayo las autoridades reforzaron que el sacerdote no fue víctima de un «secuestro express» como lo habían señalado con anterioridad, sino que había entrado por su propia voluntad con un hombre a un hotel. La teoría fue desechada por el CEM en el texto oficial en donde aseguran que en cuanto el obispo Rangel esté en condiciones de salud, rendirá cuentas por todo lo expuesto durante su ausencia.
Salvador Rangel desapareció el 26 de abril en Morelos donde vivía desde su retiro tras su trabajo en diócesis, de 2015 a 2022 en Guerrero. El religioso salió por la tarde sin su teléfono ni chofer, además de que su círculo cercano comenzó a detectar movimientos extraños en su cuenta bancaria, por lo que el efectivo lo trasladaron a otra cuenta. Fue el 29 de abril cuando se denunció su desparición y horas después la fiscalía lo halló en un hospital.