CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- Más de 10 mil habitantes de la zona rural del Altiplano de Tamaulipas sufren desde hace varias décadas una severa escasez hídrica que, junto a otros problemas sociales, se ha incrementado con el tiempo.
Distintos hechos geológicos, ambientales y sociales afectan a la población de esta región, que actualmente es abastecida a través de pipas o cisternas móviles por parte del gobierno estatal.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), la región del Altiplano cuenta con una población total de 55,622 habitantes, de los cuales 28,026 son hombres y 27,596 son mujeres.
La población del Altiplano representa el 2% de la población del estado de Tamaulipas.
De esta cifra, hasta un 20% no cuenta con servicio de agua potable, según líderes campesinos como Rosario López Medina, Secretaria General de la Central Campesina Independiente (CCI).
Además, más de 56 ejidos de esta región sufren de insuficiencia hídrica para sus diferentes necesidades y actividades diarias.
La Secretaría de Recursos Hidráulicos para el Desarrollo Social en Tamaulipas ha indicado en diversas ocasiones que estamos enfrentando la peor sequía de los últimos 30 años, con una marcada falta de precipitaciones que se agrava día a día.
Aunque toda Tamaulipas sufre este problema, la escasez de agua se viene registrando desde antes de esta crisis hídrica en comunidades rurales de municipios como Bustamante, Tula, Palmillas, Miquihuana y Jaumave.
Esta situación también se ha potenciado en las comunidades rurales de San Carlos, San Nicolás, Méndez, Burgos y Cruillas.
La zona del litoral, desde Soto la Marina hasta Aldama, también está sufriendo los efectos del cambio climático, reflejados en la poca actividad hidrometeorológica, afectando a los numerosos ranchos ganaderos que eran distintivos de Tamaulipas.
En todos estos municipios y sus ejidos, miles de personas claman “auxilio” a las autoridades municipales, estatales y federales por la falta de agua.
Muchos productores del altiplano tamaulipeco han tenido que vender y malbaratar sus tierras debido a la baja rentabilidad y el alto esfuerzo requerido para cultivarlas, optando en muchas ocasiones por emigrar a los Estados Unidos o a otras entidades del país con grandes ciudades donde puedan generar recursos económicos, dejando atrás sus raíces, costumbres y familias.
La líder López Medina destacó que al menos un 2% de los campesinos del cuarto distrito han tenido que deshacerse de sus tierras para trasladarse a otros lugares dentro y fuera del país en busca de las oportunidades que no encontraron en sus comunidades.
“Estamos hablando de superficies pequeñas, entre 5 y 10 hectáreas, que difícilmente pueden sostener a una familia en el campo, principalmente si se ubican en zonas consideradas como marginadas”, dijo López Medina.
Por Antonio H. Mandujano
EXPRESO-LA RAZON