Votar es un derecho constitucional. Pero también es una obligación. Y es el conducto más adecuado para evitar que otros decidan por usted quiénes lo representarán en la Presidencia de la República, el Congreso de la Unión y en el Poder Legislativo local, así como en la alcaldía.
Por ello, resulta imperioso acudir el domingo próximo a la casilla que le corresponde.
Y en la urna cruzar la boleta.
En favor de quienes a usted mejor le plazca. Sin presiones. Sin que en su arresto influyan el marido o la esposa –según sea el caso–; tampoco los compadres, amigos, hijos ni parentela.
Menos sus patrones o jefes si participa en alguna cofradía política.
Obviamente, me refiero a los 2 millones 848 mil 971 ciudadanos que la Lista Nominal contempla aquí, en Tamaulipas: casados; a quienes viven en amasiato o separados y a los que todavía permanecen solteros.
Su inclinación sexual, tampoco importa.
Igual, hago este llamado a los jóvenes en edad de votar por ser ahora, como nunca, el presente de México –y no el futuro, como la miseria política los tipifica, en claro afán de dominarlos, controlar su ímpetu y/o someterlos, para que no hagan ruido, según la ‘línea’ marcada (ya) en los siete partidos políticos con registro oficial–, y porque, junto a las mujeres, son la mayoría poblacional.
No obstante, sé, bien lo sé, que su participación continúa marginada.
Y la muestra más clara aconteció al repartirse las candidaturas no sólo al Senado de la República, al Palacio Legislativo de San Lázaro, Congreso local y alcaldías, por parte de todos los partidos políticos.
Respecto a las mujeres (que igual son mayoría en la lista nominal), sé, de muy buena fuente, que éstas ya tienen y mantienen definido su voto.
Sustento esa evaluación en los resultados ofrecidos por algunas de las empresas encuestadoras que realizaron estudios demoscópicos en las tres lides anteriores, figurando las féminas como el sector más participativo de la sociedad.
Sin embargo, el espectro del abstencionismo amenaza (otra vez) con alzarse con la victoria absoluta.
De ahí la importancia de su contribución, lector amigo, para que esta vez la democracia sí avance. Para que nadie más, que usted, decida qué mujer o varón, en los años sucesivos, habrán de representarlo tanto en la Presidencia de la República, las cámaras de Senadores y de Diputados, el Congreso estatal y la alcaldía en que usted habita.
El espectro
Ahora bien, en el entendido de que nada está dado y que los electores siempre tendrán la última palabra, vale la pena insistir en que acudamos a las urnas (todos los ciudadanos) y demos una lección de poder cívico a través del voto, el domingo que viene.
La apatía y, en consecuencia, el abstencionismo, son fenómenos que frenan el desarrollo de la democracia, en tanto permiten la instauración de gobiernos y legislaturas minoritarias, abriendo así una serie de tentaciones y vicios que deben sepultarse.
El voto en manos consientes significa un freno al autoritarismo y es un excelente instrumento de lucha para construir una vida mejor, en donde el pueblo mande y los representantes populares obedezcan la determinación ciudadana.
Aquí radica la importancia de ejercer libremente el voto en beneficio de los candidatos y partidos de su preferencia.
Por lo mismo, es conveniente fortalecer la cultura cívica, donde nadie quede sin emitir su voto para tener derecho de exigir el cumplimiento del proyecto por el que se opta.
No desestime que la Carta Magna le garantiza a usted, ciudadano, el derecho a participar (con su voto) en todos los procesos electorales.
Vote usted por quien quiera, pero hágalo, para que este ejercicio democrático cuente con la real participación de la sociedad.
No sólo de los políticos.
De abstenerse podría convertirse en cómplice de la ilegalidad y aceptar que los futuros gobernantes y legisladores lo representen por mandato de la minoría.
¡Ah!, y si alguien lo cuestiona por querer participar, pregunta a favor de quien cruzará la boleta o trata de inducir su voto, cuando menos miéntele la madre.
Recuerde: el voto es libre, secreto, directo e intransferible.
Otra recomendación: si alguien le ofrece dinero por ir a las casillas, agárrelo, pero en la urna cruce la boleta como se lo dicte su conciencia.
Al fin y al cabo, nadie se dará cuenta, pero sí habrá contribuido al avance de la democracia.
Oportunidad histórica
El Instituto Nacional Electoral (INE), en lo federal; y el Instituto Electoral de Tamaulipas (IETAM), ofrecen mantener firme el compromiso de que la justa comicial se desarrolle transparentemente.
Por ello, es preciso que los partidos políticos (participantes) alcancen un acuerdo de civilidad. Y, hasta eso, por voluntad propia, a fin de que el proceso resulte el más aseado de los que se tenga memoria.
Establecido lo anterior ¿qué caso tiene dar tan brinco cuando el piso luce parejo?
POR JUAN SÁNCHEZ MENDOZA
Correo: jusam_gg@hotmail.com