Después del desencanto, la frivolidad y los desatinos del gobierno del cambio fallido de Vicente Fox, parecía que las circunstancias y el escenario político estaban dados para que el PRI regresara o el PRD llegara por primera vez a Los Pinos.
Pero no fue así. Las razones fueron diversas.
Además del creciente rechazo popular al tricolor, la división que provocó el proceso de selección del candidato presidencial, en particular la originada por la confrontación de Roberto Madrazo y la secretaria general del SNTE, Elba Esther Gordillo, aniquiló las esperanzas del ex partido oficial.
Pero también la traición de varios de sus gobernadores. No obstante que la candidatura presidencial se había negociado y consensuado con ellos a cambio del reparto de las candidaturas de diputados y de senadores, a la hora de la hora no cumplieron con el acuerdo.
El día de la jornada electoral, algunos mandatarios estatales no sacaron a la gente a votar o les dieron línea para que votaran solo por los legisladores. Las presiones de que fueron objeto desde la Presidencia y que no operaron con la eficacia que exigía la contienda, empujaron otra vez al PRI a la derrota.
Resultaba increíble, por ejemplo, que el partido que contaba con la mejor estructura electoral del país, el PRI, no cubriera el total de las casillas en los Estados de Nuevo León, Sonora, Querétaro, Guanajuato y el Distrito Federal.
La estrategia de los asesores foxistas fue hacer creer a los votantes que el único que podría ganarle a López Obrador era Calderón y los medios de comunicación se encargaron de que lo creyera también la población.
El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación estaba al tanto de la abierta intromisión del presidente en la contienda, una causal de anulación del proceso electoral, pero se hizo el desentendido y la omisión facilitó al primer mandatario hacer que Madrazo apareciera siempre en el tercer lugar de las preferencias ciudadanas y que la disputa sería entre el candidato del PRD y el panista.
Roberto Madrazo declaró que, de acuerdo con las actas de escrutinio que tenía en su poder, el triunfador de la contienda presidencial había sido López Obrador. Elementos cercanos al candidato priista afirman que la campaña estaba tan amañada que, en los debates, por ejemplo, Calderón conocía de antemano las preguntas.
El propio Fox confesaría el 5 de marzo de 2024 que si metió las manos al proceso para ayudar a Calderón y salvar a México, como los hacían los presidentes priistas en el pasado con los llamados “fraudes patrióticos” a los que recurrían para evitar, eso pretextaban, que el PAN entregara el país a los Gringos.
El dirigente nacional del PRI, Humberto Moreira, afirmó asimismo que Felipe Calderón “se robó la presidencia” mediante un fraude electoral que operó la maestra Gordillo.
A pesar de las traiciones, los estrategas de la campaña del candidato del tricolor confiaban en que, si ganaban en los Estados de México, Puebla, Veracruz y Jalisco y el Distrito Federal, el PRI sería el triunfador, pero tampoco ocurrió.
Cuando terminó el cómputo de los sufragios y se conoció lo apretado del resultado, algunos representantes del PRD se acercaron a Madrazo para pedirle que exigiera se abrieran los paquetes electorales y se efectuara un recuento de voto por voto: le aseguraban que 2 millones de los votos obtenidos por el tricolor se habían transferido a Calderón.
Con tantas irregularidades, los enterados coincidían en que, si Madrazo impugnaba la elección, se habría caído Calderón. ¿Por qué no lo hizo?
El argumento que esgrimió entonces el candidato del ex invencible, es que temía que se hubiera incendiado el país. Los casi 11 millones de priistas que lo apoyaban, sumados a los casi 14 millones de seguidores de AMLO, se habrían alzado y México se habría precipitado a una ingobernabilidad total.
A varios Gobernadores, entre ellos el de Nuevo León, Natividad González Parás, les urgía reconocer el triunfo del candidato de Acción Nacional, no tanto porque simpatizaran con el michoacano sino porque temían verse en líos con la justicia, si el triunfador hubiese sido el nativo de Macuspana.
Presionaron por ese motivo a Madrazo y al dirigente nacional, Mariano Palacios Alcocer, para que la misma noche de la elección le levantaran la mano a Calderón, se sabe incluso que habían acudido a ver al secretario de Gobernación, Carlos Abascal, para ofrecerle que doblarían al candidato del PRI y pensaban publicar asimismo una carta abierta en la que reconocían la victoria del albiazul.
No sería necesario. El propio Madrazo aceptó finalmente que las votaciones no le favorecían y con ello abrió el camino al reconocimiento de una elección descaradamente fraudulenta que debió haber sido anulada y que, solapada por el Instituto Federal Electoral y el consejero presidente, Luis Carlos Ugalde, ahijado político de Calderón, quien su padrino de boda, ha pasado a la historia como una de las páginas negras de la política en México.
POR JOSÉ LUIS HERNÁNDEZ CHÁVEZ
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