Los resultados de la elección del domingo abren la puerta a un cambio histórico.
Durante la primera alternancia, el nuevo gobierno encabezado por Cabeza de Vaca desmanteló la vieja estrategia construida por el priismo autocrático, armó a su gusto y conveniencia el aparato gubernamental, y compró y subordinó a los contrapesos (Fiscalías, Tribunales y Congreso).
El gobierno panista aplicó la ley de “zanahoria o garrote” para abrir paso a un liderazgo transexenal. No hubo límites, se hizo cuanto el líder creía necesario, con excesos en el gasto y en la persecución de sus adversarios.
El ex gobernador desaprovechó la oportunidad de reconstruir la vida institucional y devolver la confianza a los ciudadanos que vieron con temor y escepticismo los desplantes del nuevo gobierno.
La derrota de ese grupo y la consolidación del Morena abren la oportunidad de fortalecer la vida institucional y sanear las estructuras de poder que se alinearon con intereses facciosos.
Otros gobernadores tamaulipecos vivieron una crisis tremenda después de una fallida elección intermedia. La lógica hace pensar que no pasará lo mismo con Villarreal Anaya, ya que tiene casi todos los municipios, diputaciones federales, congreso local y senadurías alineados.
Se abre para Américo la oportunidad histórica de hacer cambios de fondo que podrían empezar en las áreas estratégicas del gobierno que actualmente son disfuncionales, emprender una operación de reconciliación y negociar con quien sea necesario para redondear la victoria del domingo.
El adversario principal fue borrado del mapa y las otras fuerzas que estuvieron coaligadas tendrán que redimensionar sus alcances. La votación indica que no son tan fuertes y que el gobierno no era tan débil como pensaron.
Fortalece también al régimen que supo jugar en el tablero nacional y crear con la futura presidenta Claudia Sheibaum una relación de amistad y cercanía.
Ahora solo queda aplicar la fuerza de la voluntad e intensificar el trabajo.
La de ayer fue también una lección para los grupos regionales que se creyeron dueños de sus ínsulas baratarias. La elección les jodió la vida.
El caso más patético es el de Mario López, sorprendido por un fotógrafo en el momento de refrendar en las urnas su papel de traidorzuelo. Seguro que se le vendrá el cielo encima.