Si quiero recordar ese día es pues porque debí ser feliz en ese entonces: el día que por fin gané un sorteo de lo que sea, ganó mi equipo del cual no voy a ningún partido, tal vez me abrazaron y sigo así en aquel abrazo.
Aquel día anduve por los alrededores de la colonia y si lo vuelvo a hacer, el hecho ya no me diría nada. Ahora habrá acaso más fauna de la que muerde. No recuerdo a dónde iba pues tal vez iba a ninguna parte a encontrar el amor de mi vida a primera vista o a la última. No es una fila.
El tiempo, ese canalla, dio un brinco espectacular desde aquel día a esta hora, a esta ciudad, a esta calle donde escribo en un pedazo de papel tratando de recordar inutilmente aquel día de tantos. .
Si agito la memoria, se encienden las luces y comienzo a escuchar la canción en la calle de ese día con sus pasos extraños. De pronto todo es confuso de nuevo y es imposible asegurar que en realidad fue cierto. Veo el día normal pero no recuerdo a nadie por su nombre, por sus gestos ¿Soy el único sobreviviente?
La distinción entre un día y otro late en nosotros. Los días fueron iguales salvo la vez que nos persiguió un enjambre, cuando aún no se inventaban las abejas africanas. Fue en la noche de San Juan. Son días de los pies y las piedras, un día lo recuerdo si me involucra, pero no preguntes la fecha.
Me hice experto en calle. Habrá quien sea un conocedor de la oficina o del hogar donde vive. He vivido largo tiempo en la calle y sin embargo recuerdo poco, aunque podría señalar a ojos cerrados en qué tanque del mercado debe haber frutas. Pero no importa.
De aquel día, tendría que decir de las puertas que se abren temprano y cierran tarde, del brillo del sol en las casas. Nada en específico. Habría humedad en mis labios y aquel día quedó perdido en donde me haya metido, en la multitud de días ahora revueltos y juntos y juntos en la cabeza como si fueran uno.
Quise recordar ese día precisamente y sucede que no recuerdo cómo empezó la obsesión. Preferiría pensar que morí temporalmente y después desperté bueno y sano, ileso, listo para el otro chanclaso. ¿Pasó y no lo recuerdo? ¿Nos sucede a todos? Los días pasados son como viejas ciudades construidas sobre lagunas mentales.
No recuerdo todas las instalaciones del día aquel , un cuarto lúgubre y solitario, el resplandor tembloroso de un quinqué y las ganas de correr con el miedo en los huesos, saltando los rieles del tren y del tiempo raudo que por mi inexperiencia me impidió ver los hechos. Algunos hechos ya se había retirado del sitio y no pudieron ser fotografiados.
Ocupo un rincón modesto, por lo mismo debo estar extraviado en una orilla de la calle, donde vi parpadear a las estrellas seguramente, o me perdí pensando, diciendo «buenas noches, cómo está usted señor don fulano» . Pero eso lo repetí muchas noches como un cassette de los de antes. No fue un día fijo, fugitivo e inquieto como millones desde la creación del futuro.
Si grabaramos un día de lo que vemos. Nos llevaríamos varios años en filmar la película y otros tantos en los diálogos. Somos más de lo que somos y más de lo que vemos, no sé si para otros, para quienes el día no tiene ningún significado antes de bajar los párpados. Si la vida fuese grabada, especulariamos con las emociones, con las ganas de haber querido decir otra cosa.
Si nos dieran oportunidad de volver al día deseado, el mundo habría evolucionado en ese pasado, quizás en el pasado existan otras relidades, viajes espaciales gratis y todo de lo que nos perdimos por no ponernos al tiro. Total, mucho del pasado depende en gran parte de las propiedades de la imaginación de cada uno de nosotros.
HASTA PRONTO
Por. Rigoberto Hernández Guevara