Es hora de que los entusiastas defensores de la alianza PAN-PRI y sus históricos promotores reconozcan que ésta fue un fracaso rotundo.
Más allá de las obvias apreciaciones políticas, los resultados hablan: en el ámbito federal perdieron casi todo por lo que compitieron, salvo una victoria pírrica en la contienda intermedia del 2021.
Pero en Tamaulipas el récord de esta coalición fue aún peor.
Vale la pena recordar que en aquella elección, en la que se jugaron los 43 ayuntamientos y la renovación del Congreso del Estado, en el estado no hubo acuerdo entre dirigencias panistas y priístas por lo que compitieron por separado.
Los resultados fueron malos (perdieron municipios importantísimos como Nuevo Laredo, Reynosa, Victoria y Altamira y se quedaron sin la mayoría en el Legislativo), pero fueron peores cuando finalmente concretaron su coalición.
En la elección por la gubernatura del 2022, apostaban a las matemáticas con la seguridad de que la suma de los votos priístas y panistas de un año antes le darían el triunfo a César Verástegui.
No fue así: el PAN sí logró subir su votación (un 10.4%), pero Morena -su principal oponente- la disparó un 39.4%.
Lo más devastador fue el resultado del PRI que sin alianza había sacado 127,562 votos en el 2021, y en el 2022 cayó a menos de la mitad.
A pesar de esas señales de alerta, para el proceso electoral del 2024, tricolores y panistas volvieron a someterse a la coalición, acaso con la justificación válida de que era la única manera de meterse en la competencia para frenar a Morena en su camino a la Presidencia y la mayoría calificada.
Pero los resultados volvieron a ser desastrosos.
El PRI apenas logró superar los votos del 2021, y el PAN con 391,763 votos vio cómo se erosionó el 21.16% de los sufragios que había conseguido apenas en el 2021, con un nivel de votación tan bajo que no había sufrido desde al menos la elección del 2013.
Con estas cifras sobre la mesa, ambos partidos deberían tener la cabeza fría para reconocer que la alianza nunca los potenció. Por el contrario, la ecuación fue negativa.
La prueba de Alberto
La llegada de la potencial tormenta Alberto a Tamaulipas pone a prueba a todos.
Es tal la necesidad de agua en amplias regiones del estado que su impacto promete más beneficios que afectaciones negativas, pero claro, el reto está en evitar que el fenómeno ponga en riesgo la vida y el patrimonio de los tamaulipecos.
La otra misión que tienen las autoridades responsables es que el agua que descargue sobre el estado y sobre los afluentes que alimentan a sus cuerpos de agua, sean aprovechados de la mejor manera.
Es decir, que las fuertes lluvias que comenzarían hoy sean útiles para la ciudadanía y los sectores productivos.
POR MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES