La despreocupada reaparición de Enrique Peña Nieto de compras en Madrid nos remite de nuevo a la interrogante, ¿por qué los ex presidentes no han sido enjuiciados si son responsables directos de la corrupción que padeció el país durante el periodo neoliberal?. Es tan grave el delito como para dejarlo en el simple enunciado de AMLO de que lo suyo no es la venganza. En este sentido el líder de la 4T debiera comprender que la población lo considera como el mayor atentado contra el patrimonio social y actuar en consecuencia. Aun así, en “la mañanera” de este martes insistió: “el que obra mal tiene su merecido” referido por supuesto a los regímenes del pasado, sin embargo, no sabemos de alguna carpeta de investigación relativa al asunto.
El saqueo a la república impactó la economía de al menos sesenta millones de mexicas y benefició a unos cuantos; casi destruyó la industria nacional y permitió la entrega de los recursos naturales a los buitres del capital que gustan atacar a los países vulnerables como el nuestro. De manera que la impunidad no debe aplicar a la delincuencia de cuello blanco surgida del PRI y el PAN, de voraz e insaciable ambición.
No es posible que Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Felipe Calderón y Peña Nieto permanezcan en el extranjero disfrutando plena existencia cuando debieran estar en la cárcel y sus bienes confiscados como producto que fueron del ilícito. Y como hay pruebas irrefutables debieran ser llamados a cuentas, lo que ya es menos que imposible en el ocaso del régimen. Por cierto, AMLO anunció que Pablo Gómez, titular de la UIF, sea la Unidad de Inteligencia Financiera, pronto informará sobre resultados de investigaciones hacendarias, que seguro no serán relevantes, opina el columnista, salvo que toquen a personajes como Carlos Loret de Mola, Víctor Trujillo (“Brozo”), Enrique Krauze, Joaquín López Dóriga, o algún empresario o político bajo sospecha de enriquecimiento inexplicable.
Lo cierto es que el combate a la corrupción no cumplió hasta ahora con las expectativas ciudadanas. Y es que los meros culpables siguen libres como el viento, sin que nada empañe su felicidad: Salinas de Gortari institucionalizó la corrupción; Zedillo, es un cínico sinvergüenza que, entre otras barbaridades, creó el Fobaproa convirtiendo una deuda privada en pública y regaló los ferrocarriles a empresarios gringos de los que ahora es empleado, además de abrir al PAN el camino hacia el poder.
Felipe Calderón Hinojosa, por más que se haga el inocente, (en el rancho dicen “que no se haga pendejo”), encabezó un gobierno del que ya no existe duda de su relación con bandas delictivas a través de su secretario de seguridad, Genaro García Luna. También entregó más de la mitad del territorio a empresas trasnacionales para explotación de recursos naturales, además de concesiones que vulneran la soberanía.
Peña Nieto por su parte, inventó el tristemente célebre Pacto por México que, en complicidad con PRI, PAN y PRD, “legitimó” reformas gravemente perjudiciales para la población. La era de don Enrique fue corolario de la descomposición del sistema que por 36 años se apropió del país. Frívolo, ignorante y ladrón por vocación, llegó a decir que la corrupción era parte de la cultura de los mexicas. ¡Haga usted el recabrón favor!.
Concluyendo, a menos de cien días de que AMLO abandone palacio nacional, nos quedamos con las ganas de ver tras las rejas a los culpables de la crisis. Ya veremos si doña Claudia guarda por ahí alguna sorpresota.
SUCEDE QUE
Hagamos caso a Américo-Gobernador y cuidemos el agua. No hay opción si queremos evitar una tragedia.
Y hasta la próxima.
POR MAX ÁVILA