Luego de ocho largos años sin precipitaciones importantes, el clima finalmente fue benévolo con Tamaulipas.
En tres días de lluvias, Alberto mejoró los niveles de los principales cuerpos de agua de la entidad, empezando por la Presa Vicente Guerrero que ya está al 30% de su capacidad, y el sistema lagunario de Tampico, que luego de haber alcanzo un histórico cero por ciento, hoy ronda el 70%.
A principios del mes de junio, la zona conurbada vivió una crisis inédita que fue la consecuencia de una prolongada sequía, pero también de que las anteriores administraciones ignoraron las alertas.
La más grave había ocurrido en el 2021, cuando el bajo nivel de las lagunas, y la falta de obras preventivas, provocó que se filtrara el agua salada, que terminó afectando el abasto para miles de hogares en los tres municipios.
Tres años después, cuando estalló la crisis del desabasto, el gobierno estatal activó un plan de emergencia que logró atraer agua tanto de Mante, como de San Luis Potosí.
Se trató de una negociación difícil (en estos tiempos en que todos los distritos de riego cuidan tanto sus recursos) y una tarea compleja procurar que el agua recorriera casi 200 kilómetros hasta desembocar en el Chairel.
Acaso lo más complicado haya sido la vigilancia para evitar el saqueo de rio Guayalejo-Tamesí.
Ahí es donde está el gran reto, y al mismo tiempo, la gran oportunidad para el gobierno estatal y el federal.
La grave crisis hídrica que padece la República Mexicana, y que los tamaulipecos experimentaron en carne propia, encuentra su explicación en las agresivas condiciones climáticas, pero también y quizás más importante que eso, en la sobre explotación de las cuencas.
Tamaulipas no es la excepción, como ha reconocido el Secretario de Desarrollo Hidráulico, Rául Quiroga.
Empresas, productores y clanes familiares acaparan más agua de la que deberían en diferentes regiones del estado.
El caso de la región cañera es es el más claro, pues ahí fue necesaria la intervención de la autoridad para clausurar todas las tomas irregulares del Guayalejo, precisamente para procurar que llegara mayor cantidad de agua río abajo, a la zona conurbada.
Hoy, el panorama es muy distinto al de hace apenas quince días.
Presas y lagunas están en franca recuperación y a juzgar por los pronósticos se esperan más precipitaciones que mejorará todavía más el almacenamiento de agua en Tamaulipas.
No hay que dejar pasar la oportunidad: a la ciudadanía, claro, le corresponde adquirir una mayor cultura del cuidado del agua, y a todas las autoridades involucradas les toca vigilar el uso masivo del recurso hídrico y poner un freno al saqueo.
POR MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES