En la familia hay de todo como en botica. Desde el origen de la humanidad ha de ocurrir el acuerdo y el desacuerdo, según convenga al gremio. La familia como inevitable que es se vuelve un sitio a donde hay que llegar o de donde hay que escapar.
Sociedades hay cuyas familias se descomponen fácilmente. Los jóvenes se emancipan y se van del hogar. Hijos que jamás vuelven a reunirse después de la última cena con los padres. En el caso de México es al contrario, se ven jóvenes de 30 años en el centro comercial con su mamá y no tiene nada de malo.
Es en el seno de la familia donde, con el ejemplo, una persona aprende a caminar, reír y llorar, a trabajar, a ser feliz, a ser persona, a observar cómo se atiende a una familia, a entender los límites y oportunidades; de ese modo la familia funda otras familias que recuerdan al patriarca en una foto para decir que era muy bueno el viejo. Y quien sabe. Abajo ya son 500 con el mismo apellido en ese pueblo.
En la historia del mundo hay familias que formaron dinastías para dominar un imperio, historias crueles y decadentes que muestran la miseria humana; en contraste existe el mundo amable, el de los buenos días y una copa, una charla larga, leve y cálida, atenta y misericordiosa a cualquier hora de la banqueta. Gente sencilla, mundana y anónima.
Encima del árbol genealógico destaca el más viejo y encima de todos el patriarca cuando mandaba, o la que manda, como hoy se estila. La familia mudó 15 veces de domicilio y la muchacha en todos encontró novio, el hijo fue un eterno prospecto de los valores juveniles y hoy es cantante de música Pop.
En la familia hay uno que lee o ninguno, son tan pocos. La sobremesa de una familia normal incluye el Tic Toc como invitado especial. Los alimentos son fotografiados luego del tutorial y ahora habrá que consumirlos.
Es claro que hay familias completas de campeones, familias que le van al América contra uno de la Máquina, familias de cirqueros que se chingan un lonche en el trapecio, familias y familiares , parientes y agregados culturales en una tribu para defenderse de las inclemencias del tiempo. Nadie se raja, todos le entran a los tacos y a los trompos.
La familias más ricas del planeta no se rozan con la pobreza. Nadie conoce al señor Rockefeller. Las familias más pobres caben en el silogismo: se tiene más cuando se tiene menos. De ese modo hay tiempo de sobra, aire de grapa, sueño para llegar a ser grande hasta el techo. Como los niños.
A pesar de todo y contra todas las vicisitudes por las que atraviesa una familia, siempre surge un héroe en el momento más inesperado de la historia. Al cual aman y temen, al cual se le dice la verdad y se le habla de frente o de plano hay que ocultarselo al viejo y que nunca se entere.
Por mientras hay que hacer caso a las indicaciones de los padres para que no nos atropelle un carro. Ya después quien sabe. Al más viejo se le cree, sabe el diablo por qué, al más joven se le desconfía, hay leyes en la vida que nacieron para aplicarse en familia, cada casa es un estilo de guisar el arroz, en cada casa brinca un asunto diferente, cada cabeza cuenta a la hora de sentarse a la mesa a disputarse la última tortilla gruesa.
Entonces, luego de muchos años, se confirman los dichos de la familia y el gran esfuerzo del grupo. No falta el desadaptado nieto que lo niega todo y la familia comienza de nuevo y cambian todos los planen. El nuevo jerarca de la familia, ahora también grande y con fuero, reflexiona con toda la bronca encima y reconoce que era cabrón el viejo.
HASTA PRONTO
POR RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA