Se ha escrito mucho sobre lo sorpresivo que resultó el triunfo de Morena y su coalición en las pasadas elecciones del 2 de junio, sobre todo en la pista legislativa en la que el gobierno tendrá mayorías abultadas. Como escribí en este mismo espacio hace un par de semanas, el resultado puede leerse como un claro mandato del electorado, pero también como resultado de una contienda inequitativa en la que el gobierno y sus candidatos incurrieron en múltiples ilegalidades que, quiero pensar, tratarán de acreditar en sus impugnaciones frente al Tribunal Electoral.
Por otro lado, un resultado tan abultado también refleja serios problemas de los partidos de oposición. Los errores en los perfiles de las candidaturas o la calidad de las campañas son difíciles de evaluar sin más información. Sin embargo, otro posible error notorio y evidente fue no lograr acordar o construir una coalición opositora amplia —a pesar de que todos sabían que enfrentaban a un rival colosal—, un partido en el gobierno tan fuerte como Morena, mismo que no escatimaría recursos para conseguir el resultado deseado: un triunfo con mayorías legislativas abultadas.
¿Qué hubiera pasado si a la coalición PAN, PRI y PRD se le hubiera sumado Movimiento Ciudadano? Es difícil saberlo con certeza porque no sabemos qué tan atractiva o no hubiera resultado esta coalición frente al electorado. ¿Los votos de MC fueron un tibio castigo a Morena, un distractor, o más bien un castigo a los partidos tradicionales que gobernaron antes?
Dejando tales incógnitas de lado, es posible evaluar un contrafactual hipotético. Si sumamos los votos de MC a los votos obtenidos por la coalición opositora, el resultado presidencial no hubiera cambiado mucho, pero ¿ocurriría lo mismo con la Cámara de Diputados?
Según los cómputos distritales del INE, la coalición Morena, PVEM y PT consiguió 54.7% del voto nacional y con ello ganaron en 256 de 300 distritos de mayoría relativa. Por otro lado, la coalición PAN, PRI y PRD consiguieron 16.9, 11.1 y 2.4% de los votos, respectivamente, para sumar 30.5% y 42 triunfos. Por su parte, MC obtuvo 10.9% de votos y con ello sólo ganó en un distrito (Lagos de Moreno, Jalisco).
Hipotéticamente, si los votos de MC se hubieran sumado a los de PAN, PRI y PRD, podrían haber conseguido 41.4% del voto nacional y 86 distritos de mayoría relativa. Por su parte, la coalición de Morena sólo hubiera ganado en 213 distritos de mayoría y no en 256: 43 menos. En adición a esto, cada partido recibiría diputaciones plurinominales en proporción a los votos obtenidos.
¿En dónde podría haber tenido éxito esta coalición opositora amplia? Siguiendo el mismo ejercicio hipotético, pudieron haber ganado 11 distritos en Jalisco, cinco en el Estado de México y Nuevo León, respectivamente, y cuatro en la Ciudad de México y Michoacán.
No hubiera sido del todo descabellado que muchas de tales candidaturas fueran cedidas a MC a cambio de aceptar el trago amargo de ir en coalición con partidos rivales en ciertas entidades. Después de todo, en 2018, MC se sumó a la coalición del PAN y PRD.
Se puede realizar un ejercicio similar con el Senado y es posible que el balance de poder del próximo gobierno fuese distinto al que se tiene ahora. Como dije antes, es difícil saber si tal coalición hubiera logrado estos resultados, pero la posibilidad aritmética está allí. Quienes votaron por la tercera fuerza esperando crear cierto contrapeso quizás ayudaron más a Morena que a la oposición. Por otro lado, quienes pretendieron hacer contrapeso postulando a los mismos perfiles que fueron derrotados en 2018, tampoco ayudaron a su propia causa.
En conjunto, la oposición consiguió menos votos que en 2021. Quizá se confiaron, quizá fueron tan cortoplacistas que, antes que intentar acordar una coalición amplia y atractiva ante el electorado, se conformaron con retener alguna gubernatura aquí y allá y conseguir unos cuantos asientos plurinominales. Los partidos de oposición no estuvieron a la altura del reto que tenían enfrente.
Por Javier Aparicio