Igual que en el verano del 2021, al interior de Morena se ha desatado una competencia para definir quién será el coordinador de la bancada en la próxima Legislatura, y por ende, quién presidirá la Junta de Coordinación Política y la Junta de Gobierno.
En el proceso de selección del coordinador morenista para la Legislatura 65, fueron tantos los jaloneos que tuvo que llevarse a cabo un cónclave en el que participó Mario Delgado, para llamar al orden y alcanzar un acuerdo que finalmente le dio a Armando Zertuche la presidencia del Congreso.
En el intento se quedaron Pepe Braña y Úrsula Salazar Mojica, quien pocos meses después asumió la coordinación tras la debacle del diputado reynosense.
Hoy los tiempos son distintos, porque hay un gobernador que controla los tiempos y la estrategia política de su partido, por lo que sobra decir que será él quién finalmente tome esa decisión.
Pero mientras esa hora llega, hay muchas manos levantadas que aseguran tener los méritos necesarios para conducir a la bancada -ahora sí- con mayor eficacia, para evitar los desfiguras que ocurrieron en la Legislatura que concluye sus labores el 30 de septiembre.
Una de ellas es la del mismo Zertuche, quien llegará por la vía plurinominal, lo que es señalado por sus compañeros como una desventaja pues, acusan, no se ganó su lugar en las urnas.
Lo mismo que juega a su favor pesa en su contra, pues por un lado puede presumir de experiencia legislativa -además de su actual paso por el Congreso Local, antes había sido diputado federal-, pero muchos lo ven como el responsable de que Morena haya perdido la Junta de Coordinación ante el PAN en marzo del 2022.
Un caso similar es el de Úrsula Salazar Mojica, actual presidenta del Poder Legislativo en Tamaulipas, quien puede presumir de haber ganado su reelección en las urnas, y de conocer bien los entretelones del Congreso, pero si bien logró mantener la estabilidad al interior de la bancada, a la diputada tampiqueña también se le ve como responsable de los múltiples fracasos parlamentarios que sufrió la bancada de la 4T.
Este contexto ha permitido que otros legisladores se entusiasmen con la posibilidad.
Es el caso del matamorense Isidro Vargas, que ya fue presidente de la Mesa Directiva y es el presidente de la Comisión de Finanzas; acaso su principal negativo sea su relación política con el alcalde con licencia, Mario López -ahora enemigo frontal de Morena- quien originalmente lo llevó al Cabildo como síndico segundo.
Algo similar ocurre con Humberto Prieto, el reynosense que se ha convertido junto a su paisana Magaly Deandar, en el más aguerrido debatiente de la Legislatura, pero la cercanía que mantenía con Maki Ortiz y su hijo Carlos Peña al menos hasta antes de la elección, podría influir en su contra.
Y para completar la baraja de aspirantes, debería nombrarse también a Yuriria Iturbe.
Más allá del bajo perfil que ha caracterizado a su gestión al frente del Comité Estatal, por el mero hecho de ser la dirigente estatal de Morena, cobra sentido la posibilidad de que sea la elegida para coordinar a su grupo parlamentario.
POR MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES