El impacto que tendrá en Tamaulipas la decisión de Alejandro “Alito” Moreno, dirigente nacional del PRI para lograr la modificación de los estatutos y poder reelegirse hasta 2032 al frente del partido, será importante para definir su permanencia en el escenario político.
Como comentaba ayer en este espacio, el camino del PRI es hacia su tumba: Es inexorable y claro.
A menos, claro, que haya dentro del partido una corriente lo suficientemente fuerte como para obligar a Moreno -sus detractores le han llamado desde hace tiempo “Amlito”-, a dejar de lado sus ansias de perpetuarse al frente del tricolor.
Como sea, de entrada para el priísmo tamaulipeco es una mala noticia, que se acumula a las que han tenido desde que 2010 le mataron a su candidato a la gubernatura, en el agónico sexenio de Eugenio “El Geño” Hernández Flores.
¿Qué van a hacer los priístas de Tamaulipas ante el enorme riesgo, cada vez más cercano de que el PRI desaparezca a fuerza de seguir perdiendo votos, militantes y apoyos sociales?
Seguramente, hacer lo que muchos después de la derrota del partido en las elecciones de 2016, cuando perdieron la gubernatura ante el PAN.
Entonces lo que vino fue una desbandada silenciosa hacia Morena, que tres años después de reflejó en un crecimiento notable y después, en su llegada al poder estatal y el dominio del Congreso.
Aunque en las elecciones federales y locales del mes pasado, el tricolor apenas pudo salir adelante en su alianza con el PAN, al menos aseguró una diputación plurinominal, que será para su dirigente estatal Mercedes del Carmen Guillén Vicente.
Sin embargo, el panorama sigue siendo negro y los augurios sobre el futuro del partido no son buenos. Los pocos priístas que permanecen quizá no tarden mucho en emigrar como los que se fueron antes y lograron posiciones relevantes en otros partidos.
Quienes se quedaron pueden optar por dar la pelea desde adentro en contra de las pretensiones de “Alito” para perpetuarse en el poder al frente del tricolor o bien, decidirse a dar el salto como sus excompañeros que ahora están bien acomodados en otros sitios.
En todo caso, lo que le espera al PRI de Tamaulipas es una ruta más cuesta arriba que una carrera en terreno plano.
Los obstáculos para reagruparse, para relanzar al partido en el escenario político estatal son muchos, empezando por el malestar generado por la posibilidad de reelección de Moreno Cárdenas y siguiendo con sus propias posibilidades limitadas de resurgir, por la escasa votación que ha logrado en las últimas elecciones.
Si lo que quieren es mantenerse como una opción, personajes como Edgardo Melhem Salinas, la propia Mercedes Guillén, Ramiro Ramos Salinas o algún otro miembro del partido -de los que no se fueron tras Eugenio Hernández Flores- deberán hacer un enorme esfuerzo para hacer que el partido resurja y se convierta de nuevo en una alternativa.
Pero como decía, el panorama se ve negro, difícil. Quizá en Tamaulipas el fin del partido otrora hegemónico sea solo cuestión de un par de años. Ya lo veremos.
Por. Tomás Briones
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