Con bombo y platillo, aunque con más pena que gloria, el domingo que nos antecede la mentada gran familia revolucionaria avaló varias reformas a los Estatutos, la Declaración de principios, el Programa de Acción y al Código de Ética.
Esto me lleva a recapitular que fue creado en 1929 –con el nombre de Partido Nacional Revolucionario (PNR)–, por iniciativa de Plutarco Elías Calles, pero cambió su denominación en dos ocasiones por órdenes de Lázaro Cárdenas del Río y Manuel Ávila Camacho, transformándose, en 1938, como Partido de la Revolución Mexicana (PRM), y, hacia 1946, en Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Desde su constitución formal ha tenido 54 dirigentes: seis mujeres y 48 varones.
Ni uno más. Ni menos.
De ellos, Manuel Pérez Treviño, Emilio Portes Gil, Antonio Villalobos, Mariano Palacios Alcocer y María Cristina Díaz Salazar, repitieron (como presidentes), aunque estatutariamente estuvieron impedidos.
El primero (de estos) fue ‘guía ideológico’ hasta en tres ocasiones; y en dos, el resto; aunque ninguno cursó el período reglamentario que rige al órgano político.
Inclusive (de todos los dirigentes que ha tenido el PRI), sólo Rodolfo Sánchez Taboada, Alfonso Corona del Rosal, Beatriz Paredes Rangel y Rafael Alejandro Moreno Cárdenas cumplieron la encomienda estatutaria; en tanto los otros 50 no pudieron sostenerse en la dirigencia más allá de tres años cuando mucho.
Y, lo infame: algunos nada más estuvieron (al frente) durante horas, días o meses, por estar sujetos a los caprichos de los presidentes de la República en turno.
Va ilustración.
En los albores de diciembre de 1928, el Comité Organizador del naciente partido firmó un manifiesto donde Plutarco Elías Calles hizo un llamado a todas las organizaciones políticas de la República Mexicana, para unirse y formar el PNR.
Tres meses después quedó integrado.
Y en su asamblea constitutiva, acordó cumplir cabalmente con la no reelección y la continuidad de los programas de gobierno, sustentados en sus principios básicos, que son: a) Desarrollo económico; b) Justicia social; c) Reforma agraria; d) Protección de los derechos de los trabajadores; e) Educación gratuita para todos; f) Disciplina de las fuerzas armadas al poder civil; g) Libertad política; y h) Defensa de nuestra soberanía.
Pero en los 95 años de su existencia, se ha deteriorado de tal forma que tiene a su extinción.
Y en esto participaron fecundamente el membrete albiceleste con los dos períodos presidenciales que ha usufructuado; y, por supuesto, Movimiento Regeneración Nacional (morena).
Todo lo plasmado en los documentos básicos del PRI, sin embargo, sólo ha quedado en buenos deseos por la ambición desmedida de poder de los mandatarios federales, estatales y municipales emanados de sus filas.
Y, lo que es peor, por la dependencia que desde su fundación tuvo del Presidente de la República en funciones, hasta que en el año 2000 perdió el Poder Ejecutivo Federal, recuperándolo en 2012, pero perdiéndolo nuevamente en 2018.
De ahí que como PNR, PRM y PRI, el otrora llamado partido oficial no haya procurado renovar sus cuadros, fortalecido su dirigencia, ser autónomo, abrirse a la democracia, luchar por el cumplimiento de sus principios básicos e incluso exigirle cuentas al primer mandatario de la Nación en turno, pese a que los 15 emanados de sus filas siempre mostraron proclividad a posesionarse de lo que no era (ni es) suyo.
La falta de autenticidad política, la carencia de líderes naturales al frente del partido, el sometimiento, la sumisión y el hecho de que la mayoría de sus dirigentes fueran improvisados, igual contribuyeron a que el Presidente de la República en turno (a lo largo de siete décadas) no tomara en serio al membrete, hasta el grado de cambiar cuando quisiera y le viniera en gana a su dirigente nacional.
El sepulturero
Rafael Alejandro Moreno Cárdenas, el mentado ‘Alito’, fue instalado como dirigente nacional el 18 de agosto de 2019, a sugerencia, dicen, de Andrés Manuel López Obrador, ante el azoro de los gobernadores priistas, quienes le escucharon decir, en un encuentro con todos los mandatarios del país: “Quiero que apoyen a ‘Alito’ para la presidencia del partido” (5 de junio de 2019, en Palacio Nacional).
Esto confirma la sumisión del campechano hacia el tabasqueño.
Y por supuesto, la indolencia con que ‘Alito’ ha actuado en menoscabo del tricolor, durante los cinco años que lleva al frente del partido.
Quizá a cambio de no ser procesado por los delitos de 1) desvío de recursos públicos por un monto cercano a los 4 mil millones de pesos, en la época que gobernó Campeche; 2) delitos electorales; 3) ataques a la libertad de expresión; 4) enriquecimiento ilícito; 5) evasión fiscal; 6) lavado de dinero; 7) tráfico de influencias), y 8) desvío de fondos federales.
Las denuncias fueron presentadas ante la Fiscalía General de la República (FGR) por Layda Sansores Sanromán y el diputado de morena Miguel Prado de los Santos.
¡Vaya, fichita!
POR JUAN SÁNCHEZ MENDOZA
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