CIUDAD VICTORIA, TAM.- “Este rollo está muy aburrido, yo nomas estoy quince días más y me largo” …dijo el Caminante a su entonces novia, aquel mes de julio de 1998.
Tenía escasos 3 días de haber iniciado su servicio social en el periódico Expreso de Ciudad Mante. Su primera tarea asignada fue checar la ortografía en páginas impresas en papel …lo cual le provocaba mucha flojera.
Sin embargo, con el pasar de los días descubrió una puerta al mundo a través de la información. Eran los primeros años de aquel internet torpe, dónde las siglas “www” imponían la nueva manera de explorar el universo.
Cursaba el último año de universidad y su interés en ese medio estaba más orientado al diseño, pues ya tenía marcada destreza en el software de esa asignatura y la edición digital de imágenes y fotografías.
Ni se imaginaba que el destino le tenía preparado un clavado profundo en el océano de los medios de comunicación.
Al terminar su servicio social, fue contratado para diseñar páginas de la sección de espectáculos y entretenimiento.
Pero eso sería solo el principio, pues al entonces veinteañero, sus patrones le descubrirían una peculiar habilidad para contactar al público y decidieron que su futuro inmediato estaba en la venta y diseño de publicidad.
Así fue como durante algunos años, el joven se volvió la cara amable y comercial del departamento, logrando establecer convenios publicitarios con muchos negocios y changarros de su natal ciudad Mante.
Alrededor de 2004, ya habiendo escrito sus primeros textos de eventos culturales y sociales como bodas, graduaciones, quinceañeras y reseñas cinematográficas, regresó al diseño editorial como responsable del suplemento que albergaba la información de espectáculos, sociales, deportes y entretenimiento, incorporando la sección “Antrología” que daba cuenta de la vida nocturna en la urbe cañera, y todo esto sin descuidar la venta de publicidad.
También en esa época colabora con su director general en un programa en la televisión local denominado “En la mira”, una emisión de entrevistas y debate que logró una gran aceptación entre el público.
Fue en esa etapa cuando incursionó en la ‘nota roja’, la cual hasta el día de hoy es la que más le apasiona. En noviembre de 2005 es invitado por su patrón Pedro García y su maestro y amigo Paco Cuéllar a incorporarse a la plantilla de Periódico Expreso en Ciudad Victoria, donde tomó el puesto de editor de la sección de espectáculos, en la cual tuvo oportunidad de entrevistar a artistas de la talla de Los Tigres del Norte, y personajes sumamente peculiares como Sabrina Sabrok o grupos como Moderatto. Uno de los retos mas complicados fue lograr la cobertura al 100% de todos los eventos agendados en el Festival Internacional Tamaulipas, lo cual se logró con el apoyo de su equipo de reporteros y practicantes, algunos de los cuales lograron incorporarse profesionalmente a este medio.
La rotación entre secciones le trajo innumerables experiencias. Le tocó editar información local, regional, nacional e internacional; deportes en muchas disciplinas: desde el fútbol llanero hasta suplementos de las olimpiadas, la nota policiaca, nuevamente de espectáculos y se adentró en el mundillo banquetero y colorido de la crónica urbana, el cual aún ejerce en la sección “Pata de perro” en la que terminó de pulir la prosa cotidiana aderezada con ‘mucho barrio’ y que en una temporada conjugó con material audiovisual perfectamente editado por su compi Jorge Castillo, (un verdadero mago y profesional de la edición de video).
A la par de esto ejerció el periodismo literario con productos como la “Novela negra” que narraba las desventuras de algunos pistoleros legendarios como Generoso Garza Cano y Eleazar “el Chacho” Garza, o la “Leyenda Urbana”, que consistía en cuentos cortos ficcionados basados en personajes o rumores reales; desde hace casi una década es el escritor oficial de las famosas ‘Calaveras’ cada Día de Muertos y un par de cachivaches literarios que escapan a su memoria.
Pero no todo fue miel sobre hojuelas. La tragedia tocó a la puerta de la redacción más de una vez, y se llevó con ella la vida de más de un compañero que cayó abatido por las balas de quienes se ven amenazados por la libertad de expresión, incluso un coche bomba estalló a las afueras del edificio donde laboraba cimbrando su mundo, como el impacto de un ferrocarril en la cara, haciendo pedazos toda idea de ‘seguridad’.
El ‘levantón’ y ‘la tabla’ alguna vez llegaron para advertirle que nadie está a salvo. Hoy, a un cuarto de siglo de haber pisado por primera vez la redacción, solo hay dos palabras para expresar su sentir: “gracias Dios” por poder invertir la mitad de sus 50 años en esta profesión. Demasiada pata de perro, por estos últimos 25 años.
Por Jorge Zamora