El escenario político tamaulipeco está marcado por la pulverización de los partidos de oposición, que han entrado en un proceso degenerativo que a estas alturas parece imparable.
Lo que ahora vive el PAN recuerda mucho a lo que sufrió el PRI después del 2016, y que lo convirtió en un actor irrelevante de la vida pública local, que difícilmente alcanzará a formar un grupo parlamentario en la próxima Legislatura.
No es solo una cuestión numérica, las pugnas internas por los restos del tricolor, ahora se reeditan en una versión azul.
Enfrentados entre sí pero sin la fuerza necesaria para dar un golpe sobre la mesa, los liderazgos panistas apenas se toleran.
Haber perdido sus últimos bastiones y los pésimos resultados que obtuvo en la elección legislativa, los deja sin recursos y, sobre todo, sin presencia en un estado que desde el 2 de junio ya es otro.
Con las riendas de poder a la mano, el gobernador tiene ahora una oportunidad única de aprovechar las nuevas circunstancias para consolidar su proyecto de gobierno, pero también su agenda política.
Los espacios que dejaron libres sus adversarios tras la estrepitosa derrota, deben ser ocupados para afianzar la ruta hacia la mitad de su sexenio.
Porque en el horizonte ya se ve el 2028, pero un año antes hay otra elección de suma importancia para la sucesión.
La hegemonía de la 4T y la confirmación de Américo Villarreal como su único líder en Tamaulipas lo habilita para ser optimista.
ACERTIJOS
¿Quién es el Secretario de desarrollo rural, pesca y acuacultura de Tamaulipas?
¿Cuándo aparecerá por estas tierras el diputado local electo Ismael García Cabeza de Vaca? ¿Habrá tomado ya la decisión
de ocupar su curul en el Congreso Local o delegará en su suplente?