En plena víspera del asueto veraniego, y, ante la insolvencia económica que padecen miles de tarjetahabientes, hay bancos que instrumentaron nuevos programas para la recuperación de su cartera vencida, ejecutando una contracción crediticia a todas luces lesiva para sus clientes.
Sin embargo, ninguna de estas medidas sería la panacea que alivie el grave problema que padecen las instituciones bancarias y menos quienes gustan utilizar el llamado ‘dinero de plástico’.
De ahí que diversos bancos, en los últimos días, hayan dado en enviar citatorios a sus clientes (aprovechando la época de aguinaldos parciales), para exigir que en lo inmediato liquiden (totalmente) los intereses –generados por sus adeudos–, ofreciéndoles ‘la oportunidad’ de pagar con ‘abonos chiquitos’ el crédito total.
Claro, siempre y cuando cumplan con el pago puntual de los nuevos recargos.
Así, la banca en escaso un mes trasladó a cerca del 50 por ciento de sus ‘clientes problema’ (que cayeron en la cartera vencida) a bufetes especialistas en cobros extrajudiciales, para que mediante el terror traten de recuperar al menos el capital y una parte mínima de intereses moratorios, so pena de boletinarlos en el Buró de Crédito.
La misma táctica de Banamex, aunque en menor escala, la practican Bancomer, HSBC, Banorte, Santander y otros, que no están dispuestos a perdonarle la vida a la ‘gallina de los huevos de oro’.
O sea, a sus tarjetahabientes, que desechan pagar su adeudo porque el gasto decembrino (cenas, regalos, etcétera) es primero.
Por esta misma causa la emisión de nuevas tarjetas de crédito se ha desplomado. Y es decisión de los principales bancos desincentivar a los usuarios comunes, castigando el uso de este servicio con la aplicación de tasas de interés onerosas.
Esto de acuerdo con informes que celosamente guardan el Banco de México y la Comisión Nacional Bancaria.
Motivos del endeudamiento
La necesidad de contar hoy con recursos líquidos, es apremiante para los particulares. Y de ahí se han agarrado las instituciones bancarias que tan sólo por el servicio de disposición en efectivo llegan a cobrar una comisión promedio que muchas veces rebasa el nueve por ciento; y al mismo tiempo ejercen una política más agresiva para contrarrestar la cartera vencida al limitar el otorgamiento de tarjetas a solamente los cuentahabientes ricos.
Otro de los efectos que resienten las personas que pretenden obtener tarjetas de crédito, es la condicionante del ingreso.
Hasta hace un año, quien percibía un ingreso mensual de dos salarios mínimos era sujeto de crédito; pero en la actualidad solamente la gente que compruebe percibir entradas mayores a los doce salarios mínimos puede aspirar a una tarjeta.
Es aberrante esa disposición de la usura institucionalizada.
Y así lo reconoce la Asociación Mexicana de Tarjetahabientes, a quien le resulta paradójico que mientras las autoridades de los organismos crediticios (expresamente las del Banco de México y de la Comisión Nacional Bancaria) realizan encuentros emergentes para ofrecer una serie de mecanismos que permitan a los bancos mantener sus niveles de capitalización y reestructurar su deuda, estos se nieguen a bajar sus tasas de interés y a la emisión de nuevos créditos.
En el primer caso –según advierte la Asociación Mexicana de Tarjetahabientes–, los bancos han ofrecido congelar los pagos mensuales, disminuir la amortización del capital e incrementar el pago de intereses de acuerdo con los niveles que alcancen los rendimientos. Pero ninguna de estas tres medidas garantiza ningún beneficio adicional para los usuarios.
Por el contrario, con este tipo de programas la banca sólo busca mantener ‘amarrados’ a los clientes por mucho más tiempo del estipulado en los contratos –cuando existen–, a fin de obligarlos mediante todos los recursos legales y extrajudiciales a pagar elevadas tasas de interés.
Tan es así que actualmente algunas instituciones, al negociar con sus deudores, se muestran harto ‘generosas’, hasta el grado de ofrecerles un año más de plazo para el pago del capital, siempre y cuando en tiempo y forma liquiden los intereses.
Más se nota la embestida contra los tarjetahabientes cuando éstos rehúsan firmar tratos leoninos –les llaman contratos de renegociación de la deuda–, pues a cambio las instituciones bancarias, a través de abogados externos, promueven juicios ejecutivos mercantiles para recuperar el dinero y en su acometida muchas veces dejan en la calle a quienes otrora contrataron créditos.
Por Juan Sánchez Mendoza
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