CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- La alarma del celular suena a las 5:15 de la madrugada y despierta a Gloria y a su pequeño Mateo de solo 11 meses de edad. Su otro hijo, Javier, sigue dormido . Doña Margarita madre de Gloria busca sus chanclas bajo la cama y a sus 66 años ya esta mas que lista para iniciar el día.
Después de un baño a jicarazos Yoyis ya está preparando el lonche para cuando Javiercito vaya a la primaria.
Gloria tomará un microbús desde una colonia de la periferia hasta la zona central. Un horario ‘quebrado’ de once horas le espera como cajera en una de tantas super tiendas.
Su entrada es diez minutos antes de las siete de la mañana, y al mediodía le dan tres horas para regresar a casa, comer y descansar un poco. Pero los trayectos son tardados, y pagar ‘DiDi’ sale muy caro, así que prefiere quedarse en la zona centro.
Pero eso es lo que menos le preocupa. En el trabajo han instalado un nuevo sistema para cobrar en las cajas (muy lento por cierto) y cada vez son más los procesos por aprender.
No, las cajeras de hoy en día ya no solo cobran abarrotes o verduras, aceptan depósitos y retiros bancarios, pagos al famoso ‘Compartamos’, servicios regulares como agua, luz, recargas telefónicas y un largo etcétera.
De entrada podría parecer una chamba fácil, pero en la práctica no lo es. Son ocho horas de pie con limitadas oportunidades para ir al baño o tomar agua. No importa si Gloria tiene sueño, hambre o hay un problema en casa, debe estar concentrada para dar el cambio de manera exacta (si en el corte de caja llegase a faltar dinero, se lo cobrarán a ella), atender al cliente de manera cortés y de preferencia rapidito y sin equivocarse o aceptar billetes falsos.
A veces el sistema de cobro se inhibe o se queda trabado por algunos segundos. Si la fila de clientes es larga no faltan las quejas. Esto se vuelve todo un reto para ejercitar la paciencia y Gloria lo sabe muy bien, con sus casi quince años trabajando como cajera.
Luego están los clientes. Los hay alegres, sonrientes y simpáticos, enojones, con mucha prisa y nunca faltan los groseros que se refieren a las cajeras con palabras denigrantes y hasta crueles.
Nunca faltan los caballeros de ‘sienes de plata’ que son melosos y no dudan en soltarle algún piropo, o los que intentan pasarse de listos con proposiciones indecorosas y hasta propuestas de matrimonio espontáneas.
A veces el acoso no proviene de los clientes, sino de los mismos compañeros de trabajo. No es un secreto que muchos ‘mandos medios’ hostigan a las cajeras diariamente haciendo uso de intimidaciones como el despido o algún tipo de perjuicio laboral o con el horario.
Si de algo está segura Yoyis, es de que este trabajo no es para cualquier persona pues aparte de que demanda entereza física y mucha concentración, en Victoria es un empleo muy mal pagado.
Cada año cientos de jovencitas entran a trabajar de cajeras con grandes aspiraciones. En contados casos generarán antigüedad “muchas si acaso llegan a completar el año trabajando, renuncian una vez que cobran el aguinaldo o les dan vacaciones… se van y ya no regresan” comenta Gloria al Caminante.
POR. JORGE ZAMORA
EXPRESO – LA RAZÓN