Recuperar la confianza de los ciudadanos y como resultado el terreno político perdido en el sexenio del presidente López Obrador parece uno de los ret0s que tendrá que enfrentar el PAN en los años que vienen.
Una tarea complicada, si se toman en cuenta las pugnas y división interna que sufre la agrupación tras la debacle electoral de 2024.
El problema, como es del dominio público, tiene al PRI al borde de la extinción y al albiazul en riesgo de terminar como el partido político marginal que fue antes de avalar el fraude electoral del presidente Salinas De Gortari.
No se requiere ser un politólogo fuera de serie para deducir que va a pasar mucho tiempo antes de que Acción Nacional se reponga de los errores de cancelar la democracia interna y dejar de abanderar las causas ciudadanas, si es que lo consigue.
La realidad indica que revertir la actual situación de adversidad que tiene a la organización conservadora en la inopia política será uno de los desafíos inmediatos de los futuros dirigentes panistas, pero no el principal.
Mucho más complicado será convencer a los votantes de que la privatización de los recursos naturales del país para entregarlos a empresas extranjeras a pesar de que favorecen la dependencia del exterior, como plantea el modelo neoliberal y las directrices de Washington, es una opción más conveniente para la comunidad que la que el Estado los administre.
A treinta años de haberse impuesto, el prototipo ya probo que no solamente está agotado, sino que ha sido un desastre para las clases populares.
Los triunfos contundentes de López Obrador en la elección de 2018 y Claudia Sheinbaum en la de 2024 ha puesto de relieve que la mayoría de los ciudadanos rechaza que las riquezas, funciones y servicios del Estado pasen a manos privadas, como proponen el tricolor y el partido de Gómez Morín.
Salta a la vista, por otra parte, que a los dirigentes del Revolucionario Institucional no les interesa recuperar la confianza de los electores, la reelección de Alito Moreno para que, no obstante que el partido perdió todo, siga al frente hasta el 2032, evidencia que lo único que les importa es usufructuar la franquicia, aunque esto lleve a la tumba al priismo.
Como en el resto del país, en Tamaulipas tampoco se vislumbran tiempos promisorios para el panismo.
A partir del uno de septiembre, cuando entrará en funciones la 4T en los ayuntamientos de mayor jerarquía, pero sobre todo en el congreso del Estado, los morenistas van a emprender una limpia general de la herencia nefasta que dejó a la entidad régimen de García Cabeza de Vaca.
Sin Jorge Espino Ascanio, uno de los protectores del exgobernador, al frente de la Auditoría Superior, revisarán sin obstáculos las cuentas públicas del sexenio cabecista, cuentas que, a pesar de las irregularidades de que adolecían, fueron aprobadas por los legisladores al servicio de CDV.
La revisión seguramente va a sacar a la luz pública los excesos del exiliado de Texas, de los que no solamente la sociedad tamaulipeca fue una víctima sino el propio PAN
POR JOSÉ LUIS HERNÁNDEZ CHÁVEZ
jlhbip2335@gmail.com