La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), reconoce que el cambio climático es una emergencia de derechos humanos y constituye una de las mayores amenazas para el pleno goce de los derechos humanos de las personas, para las generaciones presentes y futuras, en particular las mujeres y las niñas, y para la salud de los ecosistemas y de todas las especies que habitan el hemisferio.
Estamos viviendo el año más cálido de la Tierra en los últimos 174 años y el mes de junio fue el más caluroso jamás antes registrado, superando todos los récords anteriores. El Centro de Predicción del Clima (NOAA) en su último informe ha pronosticado que hay 85% de probabilidades de una temporada de huracanes por encima de lo normal. Informa que existe 70% de probabilidades de tener entre 17 y 25 tormentas, de las cuales entre ocho y 13 podrían convertirse en huracanes.
Según la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja, el costo humanitario del cambio climático ascenderá a más de 20 mil mdd en el año 2050, para esa fecha al menos 200 millones de personas necesitarán asistencia humanitaria por tormentas, sequías e inundaciones, casi el doble de los 108 millones de personas en la actualidad.
Los últimos días del mes de junio y los primeros de julio, la región vivió el catastrófico impacto del huracán Beryl, que causó gran destrucción en el Caribe, particularmente en Barbados, Granada, Jamaica, Santa Lucía y San Vicente y las Granadinas, y afectó también a la península de Yucatán y el estado de Texas.
El 12 de julio pasado el Consejo Permanente de la Organización de los Estados Americanos (OEA) aprobó por aclamación una importante resolución con relación a las consecuencias del huracán Beryl en la región y la necesidad de reforzar la resiliencia frente al cambio climático en las Américas.
En la resolución se expresó la solidaridad con los pueblos afectados, que afrontan enormes retos para reconstruir las infraestructuras dañadas y sustituirlas por otras resistentes, así como para recuperarse de la pérdida de una parte considerable de su producto interno bruto.
Los representantes de los países en sus intervenciones señalaron la urgencia de invertir en sistemas de alerta temprana e infraestructura resiliente, la presencia y el impacto de los efectos de la emergencia climática es una realidad urgente de que la crisis está presente y latente en toda la región.
En este contexto, el secretario general de la OEA, Luis Almagro señaló que éticamente sólo existe una postura ante el cambio climático y los desastres naturales que provoca. Debemos ir más allá de la mera retórica y adoptar medidas concretas y específicas para prevenir y mitigar esos efectos negativos en los países que más lo necesitan.
BALANCE
Las agendas políticas y las campañas electorales no han incluido un debate serio y acciones concretas para enfrentar las consecuencias de la emergencia climática. No se ha podido superar una visión cortoplacista en la planificación y ejecución de políticas integrales que mitiguen de forma real y medible el impacto del calentamiento global en toda la región.
No existen segundas oportunidades. El tiempo nos alcanzó. Estamos sufriendo las consecuencias de la emergencia climática y seguramente seremos las últimas generaciones que podamos hacer algo con respecto a este fenómeno que nos afecta a tod@s.
La emergencia climática es, sin duda, uno de los mayores retos y desafíos globales de nuestra era, es urgente tomar medidas sostenibles y duraderas, que incluyan grandes dosis de solidaridad y cooperación regional. Sin acciones concretas el abismo climático está más cerca que nunca.
Por Francisco Guerrero Aguirre